Situación humanitaria de extrema gravedad en el norte de Etiopía: violencia, hambre y servicios sociales colapsados

La asistencia humanitaria ha comenzado a llegar a la zona, pero hay muchas aldeas aún inaccesibles por los combates. Las organizaciones internacionales estiman que aún hay un millón de personas aisladas e incomunicadas por los enfrentamientos, de los 4,5 millones que necesitan ayuda, y de las que se desconoce su situación.

Cada día decenas de personas llaman a las puertas de las obras salesianas en Tigray pidiendo ayuda. Llegan huyendo de una muerte segura en sus aldeas y los misioneros salesianos de Mekelle, Adigrat, Shire y Adwa tratan de acogerlos y de atender primero a los más vulnerables: niños, niñas y mujeres con bebés. Sin comida, sin agua, sin dinero, sin trabajo y con los mercados y bancos cerrados, “la situación es muy desesperada y crítica para la población”, aseguran los Salesianos desde la capital.

Múltiples organizaciones de derechos humanos publicaron el mes pasado una carta abierta conjunta dirigida a la representante permanente de Estados Unidos ante la ONU en Nueva York, en la que se pide que se dé prioridad a la crisis en Tigray, incluyendo la movilización de una respuesta diplomática adecuada.

El conflicto armado, que comenzó en noviembre, se suma a la pandemia, en la que Etiopía es uno de los países africanos con más contagios. Precisamente la pandemia obligó al cierre de los centros educativos etíopes en marzo del año pasado y la guerra ha impedido su apertura. En la región de Tigray más de 1,4 millones de estudiantes y el 25% de las escuelas se han visto afectados por el conflicto. También el campo sufre las consecuencias de las plagas de langosta que, unidas a los meses de lucha y a los saqueos y quemas, han inutilizado los campos.

Los misioneros salesianos ofrecen agua de sus pozos a los desplazados y los alojan en sus escuelas

La violencia ha desarraigado a cientos de miles de personas en el norte del país, dejando a la población con una necesidad urgente de refugio de emergencia y de artículos domésticos de primera necesidad, como utensilios de cocina y mantas, entre otros. Aunque la mayoría de los desplazados busca refugio en casa de familiares y amigos en otras aldeas, miles de personas viven también hacinadas en escuelas, viviendas inacabadas o centros colectivos en diferentes partes de Tigray.

Los servicios de atención sanitaria en la zona son muy limitados y cientos de miles de personas, mujeres embarazadas, enfermos crónicos y heridos durante los combates, no tienen acceso adecuado a los medicamentos esenciales y a los servicios básicos.

Además de la falta de comida, el difícil acceso a los servicios de agua, higiene y saneamiento también pone en riesgo de enfermedades a la población, incluidas las transmitidas por el agua y el propio Covid-19.

Los misioneros salesianos, que atienden a 5.000 niños, niñas y jóvenes en sus obras en la región de Tigray, acompañan a la población y apelan a la solidaridad salesiana mundial para proteger y ayudar a la población desplazada en esta gran emergencia humanitaria. En coordinación con la Iglesia católica etíope, quieren conseguir bienes de primera necesidad y alimentos no perecederos para los niños, niñas y madres con bebés más necesitados.