Noticias
Ver todas las noticiasDon Bosco Fambul lucha contra las consecuencias del coronavirus entre los más vulnerables en Sierra Leona
Los contagios por coronavirus en Sierra Leona están muy controlados: hay pocos casos de positivos y de muertos. El Gobierno ha levantado las restricciones a la movilidad, pero la mayor preocupación es que el 47% de la población no tiene acceso a agua corriente y el distanciamiento físico es muy difícil de cumplir por el hacinamiento en el que vive la mayor parte de la población en los barrios marginales. En este contexto, en el que la consecuencia más grave de la pandemia es la pobreza, continúa trabajando Don Bosco Fambul, que ha sido nombrada como la Mejor Organización Humanitaria con los Menores y Jóvenes de Sierra Leona.
Por la experiencia y el reconocimiento durante la crisis del ébola, los Salesianos comenzamos a trabajar desde el primer momento en la prevención y sensibilización de la pandemia. La sede de Don Bosco Fambul la dejamos como un lugar de emergencia y primera acogida y trasladamos a los menores y jóvenes libres de coronavirus a las instalaciones del Nuevo Fambul, a las afueras de la capital.
El proyecto Don Bosco sobre Ruedas es el autobús que recorre por las noches a diario las calles de los barrios pobres de Freetown. Con él identificamos y ayudamos a los niños de la calle y a las jóvenes en situación de prostitución. Nunca se detuvo. A pesar del toque de queda, el autobús recibió un permiso de la Policía para continuar las actividades en la calle y los trabajadores sociales y enfermeras salieron con él.
“En las primeras semanas de confinamiento atendimos a casi 500 menores. Cien de ellos ya se han reintegrado en la gran familia de Don Bosco Fambul”, asegura el salesiano Jorge Crisafulli, director de Don Bosco Fambul.
Un autobús distribuye a diario sonrisas con juegos, atención médica y comida para los menores
Asimismo, somos la única institución que trabaja con los presos en esta compleja situación de miedo a la propagación del coronavirus. Ese fue el motivo que desencadenó una revuelta en abril que acabó con disturbios, incendios y muertes dentro de la prisión.
El trabajo en la prisión ahora implica comenzar de cero después de los destrozos. Sin embargo, “no desfallecemos porque somos la única esperanza para ellos”, asegura el misionero salesiano.
Nuestro interés por ayudar a los menores, en muchos casos inocentes o con pequeños delitos que comparten largas condenas con adultos en la prisión, nos ha llevado a negociar acuerdos con la dirección de la prisión para liberarlos o acordar diversas actividades dentro de la cárcel.
Por ello, en medio de la pandemia, desde Don Bosco Fambul seguimos realizando exámenes médicos a los heridos y enfermos. También hemos adaptando un sector para albergar a personas contagiadas, transformando la capilla de la prisión en una clínica para aislar casos sospechosos; y hemos distribuyendo alimentos para complementar la única comida que reciben al día.