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Ver todas las noticias“Es uno de los días más felices de mi vida”. Chennor cumple su sueño de conocer los lugares de Don Bosco en Turín
Chennor Amadu Bah nunca había montado en avión, ni en ascensor, ni tan siquiera en unas escaleras mecánicas. Jamás soñó que el encuentro con Don Bosco en la cárcel de Freetown le cambiaría tanto la vida como para pasar de ser el rey de las peleas al mejor defensor de los menores en prisión y en la calle. Cuando en una semana finalicen los viajes de presentación de la campaña ‘Inocencia entre rejas’ y de nuestro documental ‘Libertad’ se habrá subido nueve veces a un avión, habrá visitado cuatro países y recorrido miles de kilómetros contando su testimonio de perdón y redención, pero también de trabajo salesiano. Se define como un “hijo de Don Bosco”, y conocer su primera obra en Turín para los niños de la calle, su casa de I Becchi, la basílica de María Auxiliadora y el Colle Don Bosco le han hecho decir que ha vivido “uno de los mejores días de mi vida”.
En un mes no se ha despegado del teléfono móvil que le ha regalado un donante. Graba todo “para enseñárselo a los niños de la calle y contarles todo cuando vuelva”, asegura Chennor. Recopila auriculares de los trenes para regalárselos, y por las noches llama a su familia y también a los jóvenes que, como él, trabajan en Don Bosco Fambul en la capital de Sierra Leona. Pura generosidad y bondad, siempre dando las gracias.
Al misionero salesiano Jorge Crisafulli le conmovió tanto su historia y su transformación gracias a Don Bosco que le ofreció trabajar con los Salesianos. Chennor aceptó el trabajo y le siguió sorprendiendo: le entregó su primer sueldo para salvar a un menor que conoció en la cárcel y que tenía una hernia que había que operar.
En las presentaciones de nuestra campaña Inocencia entre rejas con el documental Libertad Chennor responde con naturalidad a todas las preguntas, por difíciles y duras que puedan parecer. Su testimonio ha puesto en pie en numerosas ocasiones a los auditorios aplaudiéndole. Chennor ha pasado 17 años de su vida en la calle y ocho en distintas prisiones de Sierra Leona. En una de ellas, y aún siendo menor, sufrió abusos sexuales en reiteradas ocasiones, y alguna incluso de manera consentida a cambio de comida.
Chennor ha pasado de ser apodado ‘Francotirador’ en la calle a ‘Supersimpático’ en Don Bosco Fambul
“Pensaba que iba a morir en la cárcel porque a mi alrededor morían menores como yo… pero Don Bosco me salvó la vida y me cambió para siempre. Le debo todo a Don Bosco y siempre voy a estar a su lado trabajando para que ningún menor de la calle acabe como yo y rescatando a los que están en prisión”, asegura siempre con una sonrisa.
El primer día que entró en prisión como trabajador de Don Bosco visitó a su abusador y le llevó comida, agua y jabón. Le obligó a mirarle a la cara y le dijo que lo perdonaba, pero jamás lo volviera a hacer. “Hablar de mi situación, asumirlo como parte de mi vida, perdonar a mi abusador y contarlo me ha ayudado a ser como soy ahora”, explica con naturalidad.
Gracias a la invitación de la Procura Salesiana en Turín, Chennor ha conocido Valdocco, la Basílica de María Auxiliadora, el Colle Don Bosco… “He rezado ante Don Bosco y ante Domingo Savio por todos los niños que atiende Don Bosco Fambul en Sierra Leona. Estoy muy agradecido por este viaje y porque Dios y Don Bosco me hayan permitido cambiar mi vida. Ahora mi sueño es volver con mi familia y trabajar siempre por los niños de la calle y por los que están en prisión”.
Chennor, el mejor guardaespaldas de los misioneros salesianos de Freetown cuando salen por las noches a rescatar a menores en situación de calle y a niñas en situación de prostitución, seguirá siendo inspiración para cientos de niños y niñas con su trabajo. “Cuando Augusta regresó de su viaje de Turín todo lo que contó de Don Bosco ayudó a muchas niñas a cumplir su sueño. Ella, por desgracia, murió, pero sigue haciendo el bien desde el Cielo y yo quiero ser como ella y ayudar a los menores en Don Bosco Fambul”, asegura el joven protagonista del documental Libertad.