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10 junio, 2022

La educación, al rescate del trabajo infantil, una lacra que afecta a 160 millones de menores en el mundo

El día 12 se conmemora el Día contra el Trabajo Infantil, una jornada para sensibilizar y concienciar contra esta lacra que afecta a 160 millones de menores en el mundo. No pueden ir al colegio, apenas tienen tiempo para comer, no descansan ni los fines de semana y no saben lo que es jugar con otros niños y niñas… Uno de cada diez menores en el mundo es víctima del trabajo infantil. Deberían estar en la escuela y no realizando actividades de adultos, porque además, en casi la mitad de los casos, 79 millones, realizan actividades peligrosas para la salud.

Jalil tiene 9 años y trabaja en una fábrica de ladrillos en Passor (India). “Trabajaba 14 horas diarias, apenas tenía 15 minutos para comer y dormía también allí, en el suelo. Gracias a los Salesianos, que hablaron con el dueño, ahora puedo ir a la escuela y tengo más tiempo para descansar”, asegura el menor.

Los niños y las niñas son una mano de obra barata y silenciosa. El trabajo infantil supone que estén alejados de sus familias y sufran todo tipo de abusos. Son trabajadores silenciosos y obedientes porque no conocen sus derechos ni tampoco otra realidad. En tiempos aún de pandemia y de sus consecuencias, la situación es todavía mucho más difícil para ellos porque siguen explotados y sobreviven en las calles sin medidas de seguridad.

Alrededor de 160 millones de menores, uno de cada 10 en el mundo, sufre esta lacra. Cargar mercancías en las estaciones y en los puertos, vender en la calle, trabajar en el campo, en las fábricas, en las minas o como servicio doméstico son algunas de las ocupaciones que realizan los menores en el mundo y que les privan de ir al colegio y de disfrutar su infancia. La pregunta a un menor nunca debería ser ¿estudias o trabajas?

La pandemia ha venido a complicar aún más esta situación durante los dos últimos años y se estima que más de ocho millones de menores en el mundo han tenido que ponerse a trabajar para ayudar a sus familias. Pero detrás de las cifras del trabajo infantil hay infancias que han dejado de serlo. Niños y niñas que realizan trabajos que no les corresponde, que se convierten en adultos antes de tiempo.

La educación es la mejor herramienta para acabar con las lacras del trabajo infantil y la explotación

Los niños y las niñas son fácilmente reemplazables y no se quejan ni reclaman sus derechos porque no los conocen. Se les trata como adultos con abusivas jornadas de trabajo. Los menores, agotados y sin poder ir a la escuela, enferman con facilidad por realizar trabajos de adulto. Cargan grandes pesos, trabajan en el suelo y con posturas que les producen malformaciones, enfermedades crónicas y, en todos los casos, baja autoestima, desconfianza y hasta depresión.

Las consecuencias para los 160 millones de menores en el mundo obligados a trabajar son muchas. La principal es la pérdida de la infancia y las dificultades para desarrollarse. En muchos países donde las falta de vacunas y las consecuencias de la pandemia son muy visibles, muchos menores continúan siendo explotados y expuestos al contagio sin las medidas de seguridad necesarias. Otros, fueron abandonados y sobreviven en las calles buscando comida en la basura.

El trabajo infantil se concentra principalmente en la agricultura (70%); el 20% de los menores que trabaja lo hace en el sector de servicios y el 10% en el sector industrial, en particular en la minería. Los misioneros salesianos trabajan para rescatar a estos menores del trabajo infantil y que puedan recuperar su infancia, ir a la escuela y jugar como les corresponde a los niños y niñas de su edad.

Lo hacen en los mercados, en lugares cercanos a las fábricas donde millones de niños trabajan para hablar con los patronos. Y también con las familias para hacerles entender que los menores deben tener tiempo para ir a la escuela, para jugar y para descansar.

Sabemos que el cambio comienza con un lápiz, una pizarra y un profesor y por eso la educación y el acompañamiento son las claves de nuestro trabajo en el mundo. Cada año, miles de menores se convierten en protagonistas de sus vidas y tienen oportunidades de futuro gracias a la educación.

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