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Ver todas las noticiasLos reclusos de la cárcel de Ebolowa (Camerún) aprenden a fabricar jabón líquido gracias a Don Bosco
El misionero salesiano en Camerún Artur Bartol, de origen polaco, además de su trabajo pastoral al frente de una parroquia, desarrollando proyectos y educando a niños y jóvenes… también es capellán de la prisión de Ebolowa. Los reclusos viven hacinados en ella, tienen muchas necesidades y reciben poca comida y escasa atención de las autoridades. El acompañamiento y la ayuda son señas de la identidad de los Salesianos como hizo Don Bosco en la cárcel de La Generala en Turín. El padre Bartol ha enseñado a los presos a hacer jabón líquido para que aprendan a ganarse la vida cuando salgan en libertad.
Condenados por diversos delitos y crímenes, que van desde robo al asesinato, los reclusos viven en condiciones muy difíciles en prisión. Por ese motivo, cualquier gesto o actividad distinta de su rutina es un aliciente para ellos que saben agradecer. Los misioneros salesianos que van a la cárcel nos los juzgan por su pasado. Los acompañan, los ayudan y les muestran la belleza del evangelio.
El padre Artur les ha dado la oportunidad de aprender a hacer jabón líquido para ganarse la vida una vez que consigan su libertad. Primero aprendieron a hacer jabón en polvo y después líquido. “Así es como ayudamos a los prisioneros. Aprenden a hacer jabón y así después de cumplir su condena podrán producir jabón para la venta y ganarse la vida con dignidad”, explica el misionero salesiano.
En las cárceles de Camerún, como en muchas otras africanas, los reclusos conviven hacinados sin tener en cuenta los delitos, las condenas ni la edad. Las condiciones de vida son muy difíciles porque escasea la comida y las condiciones de insalubridad causan muchas enfermedades por el hacinamiento, el calor y la falta de agua.
Talleres deportivos y de lectoescritura completan el trabajo de los Salesianos en la prisión
El padre Artur, al conocer su situación en la prisión, trató no sólo de acompañar a los reclusos, sino también de ayudarlos. Con su actitud se ganó su confianza y no fue difícil comenzar a realizar actividades con ellos. Gracias al trabajo de Don Bosco dentro de la prisión los reclusos pudieron aprender un oficio para desarrollarlo cuando salgan de la prisión: hacer jabón.
“No sólo se organizaron cursos de fabricación de jabón, sino también de aprendizaje de lectura y escritura, porque no todo el mundo podía hacerlo. Para las vacaciones y los días festivos también organizábamos torneos deportivos”, recuerda el misionero. “De esta manera ayudamos a los reclusos. Ellos aprenden a hacer el jabón y después, cuando cumplen sus condenas pueden producirlo para la venta y ganar un dinero para poder reintegrarse en la sociedad”, explica al padre Artur.
El misionero salesiano pidió ayuda a un profesional que sabía cómo hacer jabón para organizar un curso en la prisión. Primero les explicaron a los reclusos la parte teórica y luego realizaron un taller con la parte práctica. Los prisioneros recibieron cuadernos en los que anotaban las proporciones y cuántas medidas de cucharadas o tapones se necesitaban para hacer jabón. No había posibilidad de hacerlo con un peso porque nadie allí tiene una balanza.
Los productos acabados se envasan en contenedores y se venden con pegatinas que pone: “Jabón producido en la prisión de Ebolowa bajo la dirección de Don Bosco”. De este modo se puede comprar más material y más productos químicos para la producción de lotes posteriores. La producción de este jabón no es complicada, por lo que es una ayuda muy tangible para los presos, que se paga con la satisfacción de verlos en libertad.