Noticias
Ver todas las noticiasDon Bosco, una figura muy visible en el campo de refugiados de Palabek (Uganda)
En menos de un año de presencia salesiana en el campo de refugiados de Palabek los Salesianos se han ganado la confianza de las personas, en su mayoría mujeres y niños, que huyen de la guerra de Sudán del Sur con lo puesto y que sueñan con regresar a su país en un ambiente de paz. Los misioneros salesianos son la única organización, como ocurre en el de Kakuma (Kenia), que vive dentro del campo, y Don Bosco es ya una autoridad moral para los refugiados.
Son 400 kilómetros cuadrados de selva destinada a acoger a alrededor de 150.000 refugiados. La generosidad del Gobierno de Uganda con quienes huyen de la guerra de la vecina Sudán del Sur se ha traducido en numerosos campos de refugiados, pero también en facilidades y atenciones, como permiso de trabajo en Uganda para quienes dejan atrás su pasado por la violencia.
Desde principios de año, los Salesianos quieren ofrecer una respuesta cercana a estos refugiados en medio de la emergencia y, por ese motivo, una primera expedición de cuatro misioneros vive en el campo de Palabek, junto a ellos, para tratar de infundir esperanza, acompañar a las familias y ofrecer educación y formación técnica a los más jóvenes, que llegan prácticamente con lo puesto después de huir a pie y a escondidas de Sudán del Sur hasta llegar a la frontera con Uganda.
“Son médicos, ingenieros, abogados… los jóvenes tienen un gran potencial y aceptan todas la propuestas de actividades que se les propone, pero por desgracia en el campo todos tienen el mismo título: refugiados, y hay que tratar por todos los medios en que sus días no pasen sin hacer nada”, comenta Ubaldino Andrade, misionero salesiano en Palabek.
Los Salesianos están trabajando con los más de 42.000 refugiados que hay en el campo, pero también con la población de las aldeas cercanas. Su intención es construir un centro de formación profesional y para ello han comprado un terreno junto al campo de 30 hectáreas para que beneficie tanto a los sursudaneses como a la humilde población local.
En este corto espacio de tiempo, los Salesianos se han convertido en una autoridad moral en el campo por su cercanía a los refugiados y por la organización de pequeñas capillas que ya funcionan también como escuelas para los más pequeños.
Los refugiados construyen sus viviendas en un terreno de 30 metros cuadrados en el que también tienen un pequeño huerto. La accesibilidad al agua potable y la formación para que la productividad de esos huertos sea mayor son otros de los objetivos a corto plazo que se plantean los Salesianos.