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Ver todas las noticiasSeny, aventurero de ida y vuelta
“Cuando decidimos ponernos en camino y no pensamos que podemos perder nuestra vida. Queremos una vida mejor, queremos dejar la pobreza atrás… así que cerramos los ojos y nos lanzamos a la aventura”. Es el testimonio Seny Daillo un joven senegalés que un día dejó a su familia y emprendió un viaje desde Tambacounda hasta Lampedusa (Italia).
Seny es uno de los más de 30.000 menores que llegaron a Europa solos el año pasado. El viaje del joven no fue en un cómodo avión desde Dakar. Tuvo que sobrevivir al desierto y al Mediterráneo. Más de un mes le llevó llegar a la tierra prometida, donde encontraría oportunidades, trabajo y un futuro mejor.
En Senegal, Seny no veía posibilidades para salir de la pobreza y el hambre, no tenía esperanzas. Y esas son las motivaciones de la mayoría de los jóvenes que deciden dejar todo atrás por una oportunidad aunque ésta esté a miles de kilómetros de distancia y ponga en riesgo su vida.
Seny llegó a Lampedusa sin nada. “No tenía dinero, ni ropa limpia, ni comida… estaba solo”. Entonces un misionero salesiano me llevó al centro salesiano Aidone, en el que acogen a menores no acompañados que llegan de África y Oriente Medio. Allí encontró un hogar y aprendió idiomas. Durante dos años estuvo trabajando como mediador cultural.
“Pero nunca me olvidé de mi casa”, explica Seny.
Gracias a los misioneros salesianos en Senegal y a la organización Don Bosco 2000, Seny ha conseguido volver a casa. Seny es un ejemplo para otros muchos jóvenes de su país. “Es cierto que no tenemos la tecnología y la innovación que hay en Europa, pero tenemos sol, agua, un buen clima… Espero poder convencer a otros jóvenes que no pongan en riesgo su vida y que arriesguen para poner en marcha pequeñas empresas o proyectos agrícolas que ayuden a Senegal”, puntualiza.