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Ver todas las noticiasLos Salesianos en El Cairo ayudan a la integración de los refugiados procedentes de Sudán
Huyeron de la guerra, el hambre y el reclutamiento. En los últimos 7 años han llegado a Egipto más de dos millones de sudaneses, principalmente del estado más joven del mundo, Sudán del Sur. Más del 90% son jóvenes menores de 21 años que no están integrados y a los que agreden y culpan de todo continuamente. Los Salesianos intentan ayudarlos ofreciéndoles espacios de ocio, comida y educación en valores para favorecer su integración.
Viajaron solos siendo menores o, como mucho, acompañados por sus madres, ya que los hombres estaban combatiendo, habían muerto o estaban en prisión. Realizaron la conocida como ruta del Nilo en barco y luego en tren hasta El Cairo, pero en la actualidad siguen huyendo a pie y en camiones al haber desaparecido esas rutas. Llegaron a Egipto huyendo del hambre y de la guerra en busca de una vida mejor pero se encontraron incomprensión, rechazo y violencia hacia ellos a pesar de ser refugiados.
Los menores procedentes de Sudán realizan trabajos esclavos y los adolescentes lo hacen por un tercio del salario que pagan a los egipcios. Los misioneros salesianos les ofrecen comida, entretenimiento y educación en valores para que, junto a las nuevas generaciones de jóvenes locales convivan en paz y entiendan la situación de la que proceden.
Al igual que los Salesianos, Naciones Unidas también vela por sus derechos y ha construido un colegio para la amplia comunidad de menores sudaneses refugiados, que en la mayoría de los casos tienen una vida peor ahora que de la que huyeron por la guerra.
Los Salesianos abren sus instalaciones y allí se sienten a gusto: “En la iglesia nos respetan y nos sentimos felices. Jugamos, bailamos, cantamos y aunque estemos cansados de trabajar todo el día, allí podemos comer y también descansar”.
Islanda tiene 21 años y tres hermanos más pequeños. Trabaja en un call center para poder mantenerlos y también va a la universidad, donde estudia Bella Artes. Asegura que “no nos quieren por ser negros. No nos alquilan habitaciones para vivir y no nos sentimos seguros”. Todos los jóvenes que tres veces por semana acuden a los instalaciones salesianas en El Cairo destacan que “en Sudán podíamos morir en cualquier momento, pero en Egipto sólo estamos alegres con los Salesianos”.