Diane, la joven colombiana a la que circo social de los Salesianos le cambió la vida

A Diane siempre le gustó estar en buena forma física. En los últimos años practicaba crossfit, competía haciendo duatlón, triatlón, cross… De formación audiovisual y publicitaria, la llegada de la pandemia truncó su estabilidad profesional al salir de la empresa en la que trabajaba y la llenó de dudas. Convertirse en trabajadora autónoma, abrir un negocio en un barrio… hasta que conoció a una persona que hacía circo y la conversación se transformó en una posibilidad de hacer realidad un sueño.

“Siempre me había gustado la fuerza. Esta persona me dijo que tenía una parada de manos perfecta y también tenía un amigo que hacía la especialidad de telas aéreas, así que empecé a salir al parque sola y las telas me llevaron al circo”, recuerda Diane.

El circo de calle fue una buena escuela para Diane. “Situaba las telas en un puente o en un árbol y allí hacía mis rutinas básicas. Lo mejor siempre es el trato con la gente, aunque algunos no valoran el arte, pero lo peor son los coches, la contaminación, el cemento”, explica la joven. Cada día podía conseguir el equivalente a entre 20 y 45 euros en las tres horas que dedicaba a la actividad.

No conocía a los Salesianos, pero haber realizado circo social le abrió las puertas de Juan Bosco Obrero, donde hay instalada una carpa y se imparten los únicos estudios de circo con certificado académico en Colombia. “Escuché que los Salesianos ayudaban a estudiar a la población indígena. Llevo tres años en el circo y es un sacrificio porque está a 26 kilómetros de mi casa”, comenta la joven artista.

“Quiero ser artista, dar a conocer el circo y hacer pensar al público viajando por el mundo”

Sobre el futuro, Diane lo tiene claro y se le ilumina la cara: “Ser artista, hacer arte, dar algo que pensar al público… ya sea con ejercicios aéreos, tela, lira, trapecio… Espero adquirir una rutina de trapecio volante y viajar por el mundo dando a conocer el arte del circo”.

El primer paso que le gustaría dar a Diane es ir a la Escuela de Circo en Brasil y convertirse en profesional en cuatro años, “pero allí no me aceptarán si no llevo una buena base de aquí”. Ella, como el resto de sus 51 compañeros y compañeras de estudios, tiene grandes sueños “porque somos un equipo y es una profesión en la que nos ayudamos mucho. La mayoría somos colombianos, pero también hay emigrantes de Venezuela, Chile y Brasil. Todos vivimos solos y nos hemos pagado todo solos. Sabemos lo que cuesta conseguirlo, igual que sabemos que no tendremos seguro ni seguridad social”, asegura.

Para ser artista de circo, Diane reconoce que “hay que ser rebelde y tener un pensamiento callejero, porque el circo es una gran herramienta para avanzar sin violencia haciendo arte. Lo que importa es la escena, el mensaje que va a llegarle al público”.

Después de estos años de aprendizaje, Diane no se ve trabajando como antes. “Vivo enfocada en el circo y le agradezco todas las experiencias que me está dando. No me salvó la vida porque tenía una vida, pero sí que me la cambió y me lo está dando todo”, finaliza.