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Ver todas las noticiasRefugiados en Palabek: la supervivencia de una joven madre
Gladys llama la atenciĆ³n por su estatura, su pelo, su belleza y su sempiterna sonrisa. Por si esto fuera poco, tiene sĆ³lo 23 aƱos, un hijo de dos aƱos y es la Ćŗnica mujer en la clase de la reparaciĆ³n de motos de la Escuela TĆ©cnica Don Bosco del asentamiento de refugiados de Palabek (Uganda). Gladys es una mĆ”s entre sus compaƱeros, pero fuera de la escuela tambiĆ©n trabaja con una pequeƱa mĆ”quina de coser arreglando ropa y, siempre que puede, se āescapaā en moto a SudĆ”n del Sur para ver a su madre y a su hijo.
El sueƱo de Gladys no difiere en casi nada al del resto de los refugiados del asentamiento de Palabek: la paz. Pero hasta entonces, el difĆcil y largo dĆa en el campo se va llenando de pequeƱos sueƱos como la educaciĆ³n, actividades con los Salesianos y viajes en moto a SudĆ”n del Sur para visitar a su familia, āa la que echo mucho de menos, igual que a SudĆ”n del Surā.
Tiene cuatro hermanos y cuatro hermanas y huyĆ³ de SudĆ”n del Sur cuando el miedo y las ganas de vivir fueron mĆ”s fuertes que la posibilidad de morir en cualquier momento. āUn dĆa dispararon contra un autobĆŗs lleno de gente y me pude tirar al suelo y sobrevivĆ, pero muriĆ³ mucha gente y vi morir a mucha mĆ”s, incluso familiares muy directosā, recuerda con dolor Gladys.
Gladys, el ejemplo de refugiada joven, mujer, madre y superviviente con una fortaleza increĆble
Ha estado en dos asentamientos de refugiados con anterioridad, hasta llegar a Palabek para estar junto a parte de su familia y cerca de la que tiene en SudĆ”n del Sur. Sabe conducir motos y quiere ser conductora profesional para viajar asiduamente a SudĆ”n del Sur. Gracias a la Escuela TĆ©cnica Don Bosco, abierta por los Salesianos hace dos meses, participa en el taller de mecĆ”nica de motos. āNo me importa ser la Ćŗnica chica, pero tengo claro que tengo que saber arreglar la moto por si se estropea cuando viajoā.
El sueƱo de Gladys continĆŗa en su hijo, al que āquiero darle una buena educaciĆ³nā. OjalĆ”, reconoce, que sea posible la paz definitiva āpara pensar en el futuro a largo plazoā y que Gladys pueda seguir sonriĆ©ndole a la vida sin la preocupaciĆ³n de hasta cuĆ”ndo tendrĆ” que estar en un asentamiento de refugiados.