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19 diciembre, 2019

San Pedro Carchá, el gran Valdocco de la población indígena en el norte de Guatemala

La pequeña vivienda del primer misionero salesiano, de origen australiano, que llegó al inhóspito territorio de Guatemala ha dado lugar, casi 40 años después, a un gran Valdocco con cientos de estudiantes y actividades en los diversos centros Don Bosco que hay. Lo más significativo es que todo empezó como en tiempos del fundador de los Salesianos, con un joven, el Bartolomé Garelli indígena, que quería aprender a leer.

El misionero se llama Antonio de Groot y en sus primeros años en Guatemala fascinaba a los jóvenes con su guitarra y su acordeón. La historia de la misión la cambió un joven, analfabeto y pobre, que le hizo una propuesta ingenua: “Padre, quiero que me enseñe a leer”.

Al poco tiempo llegó otro joven, y luego otro, y otro más… así, hasta que se formó un grupo de entusiastas por el aprendizaje más elemental. Además de aprender, también trabajaban un pequeño terreno adyacente a la casa del salesiano, lo acompañaban en sus visitas a las aldeas y, por la noche, se entusiasmaban con las nociones más básicas de las primeras letras.

La estrecha vivienda del padre Antonio se fue remodelando poco a poco para acoger a los que seguían llegando, y también la pequeña y singular ‘escuela’ de un solo maestro comenzó a tomar forma hasta adquirir un flamante nombre: Centro Don Bosco.

En la actualidad, aquel oratorio al estilo de Don Bosco es ahora un árbol gigantesco con tres enormes ramas: la primera, en Raxruhá; la segunda en San Juan Chamelco, y la tercera en Tzacanihá, en las afueras de San Pedro Carchá. En los Centros Don Bosco no hay personal contratado para el mantenimiento, la limpieza o la cocina. Los mismos jóvenes se encargan de estos y otros servicios. Pero tampoco hay muros.

Para tener una idea aproximada de la magnitud de estos originales centros salesianos, basta hacerse una idea de que a diario se consumen 30.000 tortillas, el alimento básico de la población indígena, y que elaboran las familias cercanas a los centros salesianos.

Los tres centros escolares, en régimen de internado, albergan a 2.000 estudiantes de ciclo básico y bachillerato, que aprenden en los talleres de albañilería, electricidad, carpintería, informática y música. Esta última ocupa un lugar privilegiado: tres bandas con 184 músicos, numerosos grupos de guitarra y corales en las que participan más de mil jóvenes.

Los beneficiarios de estas actividades son jóvenes muy necesitados que provienen de comunidades indígenas, muchas de ellas muy lejanas, y a los que se le ofrece educación educativa.

Por último, el deporte, una actividad tan importante en el patio salesiano, cuenta para practicarlos con 17 campos de futbol, 10 de baloncesto y 18 de voleibol entre los tres centros Don Bosco.

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