La educación da voz a las mujeres
La pobreza en el mundo tiene rostro de mujer. Dos terceras partes de los 773 millones de personas sin alfabetizar en el mundo son mujeres; cada año más de tres millones de niñas sufren mutilación genital femenina en una treintena de países; más de medio millón de mujeres muere cada año por complicaciones durante el embarazo o el parto…
Nacer mujer en un país empobrecido supone una mayor probabilidad de ser marginada y de que no se respeten sus derechos
Aprenden a cocinar desde niñas y no van a la escuela por cuidar a sus hermanos más pequeños, tienen que recorrer grandes distancias para encontrar agua, sufren discriminación y violencia, las obligan a contraer matrimonio con adultos para saldar deudas familiares y sus derechos son vulnerados continuamente.
La mayoría de mujeres en los países del Sur se encarga de los cuidados familiares y de la casa, de las cosechas, de dar de comer a los animales, de ir al mercado, de atender a los mayores enfermos… Son mujeres en un mundo en el que la igualdad está más lejos de lo que parece.
La escuela no sólo cambia futuros, sino que también puede salvar millones de vidas: si todas las niñas recibieran educación Primaria la mortalidad infantil se reduciría un 15%. Si todas las mujeres completaran la educación Secundaria se salvarían tres millones de vidas cada año.
La educación también puede contribuir a mejorar la alimentación, porque si todas las mujeres tuvieran acceso a la educación Secundaria, 12 millones de menores se salvarían cada año de la desnutrición y el raquitismo.
Gracias a la educación, los misioneros salesianos logran cada día…
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Cambiar infancias: ir a la escuela protege a las menores para que puedan disfrutar de su infancia y no convertirse en esposas o madres precoces.
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Ofrecer seguridad: gracias a la educación conocen sus derechos, hábitos saludables y tienen menos probabilidades de sufrir explotación y marginación.
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Transformar el entorno: rompe el círculo de la pobreza y lo transforma en esperanza y oportunidades para ellas, para sus familias y para las comunidades en las que viven.
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Otorgar autonomía y voz: lucharán por sus derechos y se convertirán en referentes y en líderes para otras mujeres.
En Misiones Salesianas realizamos programas en distintas partes del mundo para conseguir estos objetivos:
En el asentamiento de refugiados de Palabek (Uganda), las jóvenes de Sudán del Sur asisten a los talleres de formación profesional en la Escuela Técnica Don Bosco para aprender un oficio que les ayuda a transformar su vida y la de su familia, para poder encontrar un empleo en Uganda o montar un pequeño negocio al regresar a su país.
En la ciudad de Kochi (India), el centro Valsalya Bhavan (Casa de la Compasión) recoge desde hace más de 25 años a las niñas de la calle y les ofrece un lugar donde vivir, comer, tener ropa limpia, recibir educación y cariño. Además, cuentan con apoyo psicológico, atención sanitaria y actividades de ocio.
Cientos de mujeres de comunidades rurales de Togo han recibido ya formación gracias al proyecto de alfabetización de mujeres llevado a cabo por organizaciones salesianas. Alrededor de 200 mujeres de diferentes aldeas fueron formadas para poder dar clase a sus vecinas y compañeras de comunidad. En las clases de alfabetización se enseña francés y cálculo elemental.