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Ver todas las noticiasEl mensaje lleno de esperanza de Chennor con los niños en situación de calle a su regreso a Sierra Leona
Chennor tiene 30 años y ha pasado 17 años de su vida sobreviviendo en la calle y otros ocho cumpliendo condena en tres prisiones de Sierra Leona. Sabe lo que es sufrir malos tratos en casa, ser huérfano, vivir en la calle, formar parte de bandas, robar y pelear para sobrevivir… y también sufrir abusos sexuales en la prisión incluso consentidos para poder comer. Su encuentro con Don Bosco en prisión le salvó de una muerte casi segura en Pademba Prison, la cárcel de hombres de Sierra Leona, y desde entonces es un joven entregado a salvar a menores de las calles y de la prisión.
Chennor Amadu Bah es uno de los protagonistas de nuestro documental Libertad. Durante más de un mes entre septiembre y octubre ofreció su testimonio de esperanza y de redención en más de una veintena de ciudades españolas y europeas dentro de la campaña Inocencia entre rejas. Su serenidad y su actitud de perdón frente a sus abusadores emocionaron a quienes lo escucharon.
Huérfano de padre desde los seis años, su madre lo envió a una hermana suya para que lo cuidara y educara. Sin embargó, obligó a Chennor a hacer todos los trabajos del hogar, a vender en la calle y lo maltrataba si no conseguía suficiente dinero. Ante esta situación, a los ocho años decidió escaparse y empezar a vivir en la calle.
Fue detenido dos veces por Loitering y Frequency (andar por la calle de noche, solo y sin rumbo). Tras la condena de un año empezó a fumar, tomar drogas y participar en peleas. En una de ellas casi mata a un chico de una banda rival y fue condenado a ocho años de prisión. Su cuerpo, lleno de cicatrices, es aún hoy la mejor muestra de esta durísima etapa de su vida.
Ha conseguido pasar de ser temido en las calles a convertirse en el mejor amigo de los menores
Pasó por dos centros penitenciarios antes de llegar a Pademba Prison, donde sufrió todo tipo de abusos, incluso sexuales en la cárcel conocida como el Infierno en la Tierra. Adelgazó mucho y enfermó hasta pensar que iba a morir en prisión porque varios menores fallecieron en su misma celda. Sin embargo, conoció a Don Bosco y el día que quedó libre tuvo claro adonde ir: a Don Bosco Fambul.
Estuvo tres meses hospitalizado y cuando se recuperó dijo que era demasiado mayor para ir a la escuela, pero aceptó aprender un oficio: soldador. Tras tres años de aprendizaje, empezó a enseñar a los menores que atienden los misioneros salesianos en sus programas y también fue contratado para trabajar dentro de la prisión y ayudar a los menores que cumplen condena en la cárcel rodeados de adultos.
En sus viajes por España y Europa siempre aseguró lo mismo: “Estoy viviendo algo maravilloso, pero sólo he venido a ofrecer mi testimonio. Mi sitio está en Sierra Leona, junto a mi familia y ayudando a los menores que viven en la calle y a los niños que están en la prisión”.
Perdonó a su abusador, formó una familia y quiere tener su casa cerca de los Salesianos
Al regresar a Sierra Leona ha cumplido su palabra: “Estoy muy agradecido por todo lo que vi, viví y aprendí, y sobre todo por la generosidad y amabilidad de toda la gente que conocí”, asegura Chennor. “Grabé todo lo que vi para enseñárselo a los niños de la calle y explicarles que tendrán muchas oportunidades en la vida si estudian y si siguen el camino correcto”, comenta.
Durante sus viajes Chennor no dejaba de pensar en los niños que visita a diario en la calle. “Para ellos recogía los auriculares en los trenes, y para ellos también son muchos de los regalos que me han hecho en distintas ciudades”, comenta.
Sin embargo, no todo el mundo en su entorno ha entendido su viaje, porque “algunos piensan que he ganado mucho dinero y vienen a pedirme un teléfono nuevo, un reloj… y tengo que explicarles que sólo fui a contar la historia de mi vida, pero que me he dado cuenta de que hay muchas personas de gran corazón en España que quieren ayudar a los menores que viven en la calle y a los que están de manera injusta en prisión”.
Chennor no olvida lo que sintió al conocer los lugares donde nació y vivió Don Bosco: “Fue uno de los mejores días de mi vida y me sirvió para estar más seguro todavía de lo que quiero hacer en el futuro, que es estar siempre al servicio de los Salesianos como hijo de Don Bosco que soy y ayudarlos a salvar a muchos menores de los abusos que sufren en las calles y en la cárcel”.