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16 diciembre, 2021

Don Bosco Róga (Paraguay) abre las puertas a la integración de los menores gracias a la música

El Centro Educativo Don Bosco Róga, en la capital de Paraguay, Asunción, atiende a adolescentes y jóvenes en situación de vulnerabilidad. Entre sus proyectos destaca el de inclusión social a través de la música, que tiene como objetivo la promoción de los menores con una joven orquesta, con casi 250 beneficiarios. La Fundación Don Bosco Róga asiste a casi 1.300 familias necesitadas en Asunción, Itauguá y Capiatá, poniendo a disposición de los casi 2.000 beneficiarios directos actividades de apoyo.

La música es una herramienta fundamental en la educación en valores de los Salesianos. El proyecto de inclusión social a través de la música dio sus primeros pasos en el año 2003 gracias a la ayuda de diversas instituciones internacionales. En un primer momento el programa se puso en marcha para los menores que residían en el centro salesiano, pero con el tiempo fue ampliándose a toda la comunidad. En la actualidad cuenta con cerca de 250 chicos y chicas, dirigidos por una plantilla de 27 educadores y profesionales que los acompañan a diario la enseñanza musical y humana.

La Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil Don Bosco Róga funciona en el Centro Educativo Integral Abierto que lleva el mismo nombre y que dirigen los misioneros salesianos en Paraguay. El centro salesiano imparte clases de un total de 26 instrumentos, entre ellos violín, violonchelo, flauta travesera, oboe, fagot, trompeta y percusión sinfónica. También se ofrecen clases de canto, danza y teatro, de lunes a viernes durante cinco horas por las tardes y los sábados por la mañana.

Las clases son dirigidas a niños a partir de los 8 años hasta jóvenes de 25 años, pero en realidad la actividad está abierta a todas las edades. “Incluso hay alumnos de 73 y 76 años. Hay casos en que los niños vinieron y luego les siguieron sus padres”, asegura uno de los profesores.

“Nuestro objetivo no es formar músicos destacados, sino una herramienta para salvar vidas”

“Formo parte de la orquesta desde hace seis años. Me inscribí porque tenía problemas de aprendizaje y me decían que cuando uno estudia música se hace más inteligente… Y realmente esto me ayuda a desenvolverme mejor, tanto en la escuela como socialmente. Toco el violín y el violonchelo”, cuenta Mary, una adolescente de 14 años.

Para formar parte del proyecto musical no hace falta pagar nada, simplemente presentar el carnet de identidad y que los menores vayan acompañados de un adulto. “Nuestro deseo es seguir avanzando en el equilibro entre lo técnico-musical, el desarrollo humano y cristiano de todos los beneficiarios. Queremos que cada joven pueda desarrollar sus habilidades musicales y aplicarlas a la vida y a su entorno”, explica Renan Reckziegel, director artístico de la orquesta.

Manuel Rojas, un niño de 11 años, explica que se siente “feliz de pertenecer a la orquesta, porque desde pequeño veía cómo mi hermana tocaba el violín, y por eso llegué aquí hasta que conseguí formar parte del grupo”.

La joven agrupación interpreta música sinfónica, clásica, folclórica, popular y andina. Cada año tiene más de una decena de presentaciones y encuentros con otras agrupaciones musicales juveniles, y colecciona diversos reconocimientos nacionales e internacionales, además de haber grabado varios álbumes.

Sin embargo, la pandemia también ha supuesto un freno en su trayectoria, ya que las clases en los últimos meses han tenido que ser online y no todos los alumnos han tenido la posibilidad de seguirlas.

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