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Ver todas las noticiasGabriel Cruz, misionero salesiano: “No es fácil ser católico en Pakistán porque somos considerados inferiores”
Gabriel Cruz es un joven misionero que lleva cuatro años en Pakistán. Ha cumplido 23 años de vida religiosa salesiana y 14 de sacerdocio. Siempre quiso ser misionero y el actual Rector Mayor, don Ángel Fernández Artime, aprobó su petición y lo destinó a Pakistán en 2018. En Lahore, junto a otros dos salesianos, atiende un instituto técnico, una escuela elemental, un internado para niños, talleres para chicas jóvenes y un centro juvenil los fines de semana. En los últimos meses, el coronavirus también ha detenido la mayoría de actividades, pero los misioneros salesianos han continuado atendiendo a la población y repartiendo ayuda de emergencia.
Cuando tenía 10 años Gabriel conoció a los Salesianos en las actividades de fin de semana que ofrecían. Poco tiempo después, junto a su hermano, empezó a estudiar en el Instituto Don Bosco en la Ciudad de México. Allí, las actividades deportivas, artísticas, educativas y religiosas del Instituto fueron para él una experiencia muy enriquecedora.
“Durante la Semana Santa de 1989 tuve la oportunidad de tener una experiencia misionera en las comunidades indígenas del sur del país. Después formé parte del grupo vocacional del colegio y fue así como decidí ingresar en el seminario salesiano”. Tras hacer su primera profesión religiosa, en junio del 2006, realizó su petición para ir a las misiones. Diez años después, el actual Rector Mayor le informó de que su destino era Pakistán.
Una labor diaria dedicada a la educación de los menores y jóvenes pakistaníes pobres
Se encuentra en Lahore, una ciudad que hace frontera con India. Los Salesianos llevan allí y en Quetta 21 años, “pero el trabajo de los misioneros salesianos está muy reconocido tanto civil como eclesialmente”, reconoce el padre Gabriel.
El trabajo de los misioneros salesianos en Pakistán es muy variado: en Lahore hay un instituto técnico, una escuela elemental, un internado para niños, talleres para chicas jóvenes y un centro juvenil los sábados. En Quetta, por su parte, hay una escuela y un internado para niños y otro para niñas.
En los últimos meses las actividades han estado paralizadas debido a la pandemia, pero la solidaridad y el trabajo voluntario para repartir comida y bienes de primera necesidad a la población más necesitada no se han detenido.
En el internado de Lahore atendemos a más de 130 niños y jóvenes. “Les ofrecemos casa, comida, educación y formación religiosa. La mayoría de ellos son católicos, pero también tenemos internos de diferentes denominaciones cristianas”. En la escuela y en el Instituto Técnico de Lahore atendemos a más de 200 alumnos, entre ellos algunos musulmanes.
“Ofrecemos enseñanzas técnicas para que los jóvenes tengan oportunidades laborales en el futuro”
También ofrecemos talleres de costura, corte y confección, maquillaje y estilista para las jóvenes. “Asisten a nuestros talleres alrededor de 50 chicas entre católicas, cristianas y musulmanas”, explica el salesiano.
La oferta educativa y formativa de los Salesianos en Pakistán es de vital importancia porque “no es fácil ser católico aquí, ya que es uno de los países musulmanes más conservadores que existen. Los cristianos somos una minoría y somos considerados de menor categoría. Tenemos pocas oportunidades dentro de la sociedad”, reconoce.
El padre Gabriel asegura que “los jóvenes cristianos pakistaníes son extraordinarios, tienen unos ojos brillantes, llenos de vida y de ilusiones, sueñan en cosas grandes, quieren estudiar, trabajar, conocer otros lugares, son buenos deportista… Todos provienen de familias pobres en las que el respeto a Dios y a los demás se inculca con mucha devoción”.
Las opciones de trabajo para los jóvenes en Pakistán son muy pequeñas. Independientemente de que estén bien preparados para algún empleo, sólo los musulmanes pueden ocupar los puestos importantes o con mejores sueldos. “Por eso los misioneros salesianos nos esforzamos por ofrecerles una educación de calidad, especialmente en el área técnica”.
“El trabajo de los salesianos en Pakistán está creciendo y mejorando día a día. No estamos en guerra ni existe persecución religiosa, pero los cristianos somos considerados impuros y por tanto en muchas regiones directamente nos rechazan. Sin embargo, el futuro de Don Bosco en Pakistán es prometedor porque hay mucho que ofrecer a los jóvenes y también hay muchos de ellos que tienen la intención de hacerse salesianos y misioneros”, asegura el padre Gabriel Cruz.