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Ver todas las noticias“¡Beirut no muere!”: ejemplo de solidaridad y esperanza de los jóvenes en Líbano para reconstruir la capital
El pasado día 4 Beirut vivió una de las mayores explosiones no nucleares de la historia. Más de 2.750 toneladas de nitrato de amonio almacenadas durante años en el puerto causaron una detonación que se escuchó a 200 kilómetros y cuya onda expansiva causó más de 200 muertos, alrededor de 6.000 heridos y decenas de desaparecidos. La destrucción se suma a la crisis y a la pobreza que sufre el país, y al aumento de casos de coronavirus tras suspender las pruebas para detectarlo. Los Salesianos, con dos casas a 30 kilómetros de la capital, estamos desde el primer momento en la calle para ayudar a desescombrar las viviendas de las personas mayores y prestar ayuda a los más necesitados. Gracias a los jóvenes animadores salesianos, junto a otros jóvenes de todas las confesiones religiosas, la esperanza es más fuerte que la destrucción ahora mismo en Líbano.
La onda expansiva de la gran explosión destruyó todo lo que encontró a su paso en 10 kilómetros. Más de 300.000 personas, el 15% de la población, se han quedado sin hogar y 100.000 menores se han visto afectados psicológica y físicamente. Medio millón de personas necesitará durante los próximos meses ayuda humanitaria urgente tras haber perdido sus casas, sus negocios y a familiares. El país sobrevive desde el 4 de agosto pasado en el caso con 16 centros hospitalarios dañados por la explosión y más de 120 escuelas igualmente afectadas.
La indignación por lo ocurrido derivó en protestas y disturbios por la grave situación económica y crisis social que vive el país. La dimisión del Gobierno ha calmado los ánimos de una población volcada en su mayoría en ayudar a los damnificados. El ofrecimiento de refugio y alimentos se ha multiplicado, así como las peticiones de ayuda internacional.
La población refugiada ha sido una de las más afectadas por los efectos de las explosiones
Líbano es uno de los países del mundo que más refugiados acoge, principalmente sirios e iraquíes, con los que trabajamos los misioneros salesianos. Como en tantas otras ocasiones en las que una emergencia reclama la ayuda más inmediata, los Salesianos evaluamos desde un primer momento las necesidades más urgentes para estar al lado de la población. Atención médica, alimentos, acompañamiento psicológico y espiritual, ayuda económica y refugio son los objetivos con los que hemos comenzado a trabajar con la población más afectada por las explosiones.
Muchos refugiados iraquíes y sirios, cuyas condiciones socioeconómicas eran muy difíciles por el coronavirus, se han visto afectados por los daños de la onda expansiva; muchos resultaron heridos; sus hijos han sufrido golpes y pequeñas heridas, pero sobre todo traumas, al haber revivido los recuerdos de la guerra.
Las ayudas concretas de productos de primera necesidad se han entregado a 80 familias. A otras 150 se les ha dado una pequeña ayuda económica y hay una provisión para 50 becas de estudio para jóvenes de familias lo han perdido todo. Asimismo, durante 4 meses se ha ofrecido alojamiento a 20 menores de las familias más afectadas para alejarlos del centro de la ciudad y ayudarlos psicológicamente con actividades de ocio.
Los jóvenes dan siempre esperanza y alegría y se han convertido en el signo de unidad de la reconstrucción
Seis jóvenes voluntarios salesianos salieron a las calles y se unieron a los de otras confesiones religiosas para desescombrar calles y acceder a las viviendas de las personas mayores. Con este proyecto queremos ayudar a más de mil personas: 250 familias refugiadas iraquíes, 50 familias refugiadas sirias y 50 familias libanesas.
“Los jóvenes dan siempre esperanza y alegría”, recuerda Simon Zakerian, misionero salesiano en Líbano que dirige el Centro Técnico Don Bosco en la ciudad de Biblos. “Desde el primer momento se lanzaron a la calle a ayudar. Es un gran ejemplo ver a jóvenes cristianos junto a musulmanes y de otras confesiones trabajar juntos al grito de ¡Beirut no muere!”, explica.
“Necesitamos vuestra ayuda, espiritual y también económica, para ofrecérsela a los damnificados por las explosiones y que lo han perdido todo. Con vuestra generosidad, entre todos contribuiremos a reconstruir Beirut y seguiremos al lado de los más vulnerables y necesitados; porque la vida es más fuerte que la muerte”, finaliza el misionero salesiano.