Infancia y educación: nuestros mejores deseos para este año 2018

Por desgracia, los niños, niñas y jóvenes son quienes más sufren las desigualdades, el hambre y la violencia en el mundo. Casi una veintena de conflictos bélicos en el mundo convierte a muchos de ellos en soldados obligados a cambiar los libros y lapiceros por armas. Muchas menores sufren abusos de todo tipo e incluso son obligadas a casarse. Continúa habiendo más de 260 millones de menores que no van al colegio y la pobreza se convierte en un círculo vicioso que arrastra a generaciones y comunidades enteras y que obliga a los menores a vivir en la calle y a trabajar para sobrevivir.

Miles de misioneros salesianos en más de 130 países se ocupan a diario de estos menores a los que la sociedad les ofrece menos oportunidades. La confianza que genera el sistema educativo ideado por Don Bosco en el siglo XIX continúa siendo un éxito en la formación humana y en la educación en valores. Gracias a la importancia que se le da al ocio, al deporte y al tiempo libre se favorece la confianza y el aprendizaje adaptado a cada situación.

El trabajo de los Salesianos en las áreas menos desarrolladas es la clave para que estos menores, futuros adultos, cambien de vida y de hábitos y contribuyan, gracias a la educación, al progreso de sus familias y de las comunidades en las que viven.

Los menores, los adolescentes y los jóvenes adquieren conocimientos pero también formación técnica con la que tienen oportunidades labores y pueden plantearse nuevas metas personales y laborales en el futuro.

A pesar de las guerras, el hambre, las sequías, las dictaduras y las desigualdades, el deseo de MISIONES SALESIANAS para este año continúa siendo el mismo de los anteriores pero con la intención de convertirlo en propósito diario y en objetivo cumplido: que los menores del mundo estén acompañados y tengan acceso a la educación para ser los protagonistas de sus vidas y disfrutar de un futuro lleno de oportunidades.

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