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1 agosto, 2018

Lamin, la historia de un menor migrante no acompañado: “Gracias a Don Bosco mi vida ahora es hermosa”

Los Salesianos de Italia, como en otros muchos países, han abierto las puertas de sus hogares a los Menores Extranjeros No Acompañados” (MENA) desde el inicio de la crisis migratoria. Lamin es uno de los muchos ejemplos de esta atención salesiana a los menores. Era un niño de Gambia que ahora tiene 17 años y hasta hace unos meses permaneció en la comunidad familiar Mamá Matilde de los Salesianos de Salerno, cerca de Nápoles.

“Crecí en un pueblo cerca de Benjul. Vi la pobreza y sufrí la guerra. En mi pueblo tuvimos que caminar muchos kilómetros para obtener agua potable y casi ningún niño íbamos a la escuela. Algunos jóvenes huían para tener una mejor vida y yo, con dos amigos, trabajamos unos meses en un campo de arroz para ahorrar y poder pagar ese viaje. Dejamos nuestras casas y comenzamos esta aventura”, recuerda Lamin.

Cuando cruzaban el desierto en un camión con otras 50 personas su amigo Shamim se sintió mal “y el conductor lo empujó y lo dejó en el camino, abandonado como un animal”. Cuando Lamin llegó a Libia, su otro amigo y él estuvieron en la cárcel durante 20 días. Una vez que salieron trabajaron en una tienda de ropa para pagar el viaje a Europa.

“Antes de subir al pequeño barco nos pidieron el dinero, pero teníamos miedo de que nos robaran y opusimos. Uno de aquellos traficantes contrabandistas disparó contra mi amigo y lo mató. En medio de esa escena yo y las otras 150 personas que queríamos viajar, le dimos el dinero y subimos a la embarcación”.

Después de aproximadamente 10 horas de viaje, un barco italiano se acercó a rescatarlos. A Lamin, que era menor de edad, lo llevaron a Salerno, a la comunidad salesiana. “Durante meses no me había lavado bien y no había comido algo bueno” recuerda de aquellos días.

Ahora que ha encontrado una nueva familia, ve con normalidad como los chicos italianos van a la escuela, juegan y viven con sus padres. “Éstas son cosas que yo espero poder hacer, pero también me encantaría ayudar a mi familia, que sigue en Gambia”, asegura el joven. “Gracias a Don Bosco, que me ha permitido ir a la escuela y estudiar, mi vida es ahora hermosa y hasta trabajo en una pizzería”, finaliza Lamin.

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