Marie Rose, una mujer que saca a sus hijos adelante con una máquina de coser gracias a Don Bosco Rango (Ruanda)

Marie Rose Nikuze vive en el distrito de Huye, dentro de los límites de la parroquia Don Bosco Rango. Es madre de dos niños pequeños y su vida siempre fue difícil porque quedó huérfana de niña. Además, después de quedar embarazada el padre de sus hijos la abandonó. “Hasta que llegué a la parroquia de San Juan Bosco de Rango vivía una vida miserable y siempre estaba desesperada porque no sabía qué hacer para alimentar a mis hijos”, explica.

La joven madre terminó la escuela secundaria pero no obtuvo el diploma, y también tiene estudios de matemáticas, economía e informática, pero tuvo que pedir ayuda a los misioneros salesianos porque nunca pudo trabajar. Su sueño era recibir formación en corte y confección para aprender un oficio.

Los Salesianos no sólo la ayudaron, sino que le ofrecieron un lugar para quedarse y también le encomendaron pequeños trabajos para que pudiera ganar algo de dinero para llevar a casa. “Escuché que aquí en la parroquia los Salesianos ayudaban a los pobres y a los jóvenes, así que vine a pedir ayuda”, comenta.

La señora Nikuze recuerda que “me preguntaron si realmente quería estudiar y les respondí que quería despertar mi cerebro para poder mejorar, aprender una profesión y poder ayudar a mis hijos”. Sus ganas por aprender y sacar adelante a sus hijos le abrieron las puertas del centro salesiano en Rango.

Enseñar un oficio a las jóvenes madres es el exitoso proyecto salesiano desde hace 10 años en Rango

“Di el primer paso para ir a la escuela y sabía que no me iba a arrepentir. Además, a todas las madres que íbamos a clase nos proporcionaban comida para alimentar a nuestros hijos. Aprendimos a coser y a hacer nuestro trabajo de manera profesional, lo que inmediatamente nos llenó la mente de posibilidades para empezar a trabajar por nuestra cuenta cuando terminásemos las clases”, explica Marie Rose.

Los Salesianos, que llevan casi una década con este exitoso proyecto formativo, también respondieron a la preocupación de las jóvenes madres cuando terminaran el curso: “¿Cómo conseguir una máquina de coser si no tenemos dinero…?”. La sorpresa llegó al final de las clases, “cuando nos regalaron una a cada una. Con eso y con el certificado académico, estábamos listas para montar nuestra empresa y trabajar en el mercado”.

Marie Rose ahora está feliz porque “mis hijos comen todos los días y van al colegio. Yo tengo ropa para mí y para ellos y gano algo de dinero a diario para atender mi casa y a mis hijos”. Agradece a los Salesianos “todo lo que han hecho por nosotras. Tenemos confianza, seguridad y ahora sabemos que podemos desarrollar nuestra profesión”, asegura la joven madre.

A pesar de su juventud, Marie Rose tiene claro que quiere que sus hijos reciban una buena educación y puedan mantenerse por sí mismos. “Quiero que mis hijos estudien, que crezcan y que respeten a los demás; que amen a Dios, que aprendan y se gradúen en la escuela y alcancen la prosperidad”.