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Ver todas las noticiasLos niños de la calle también celebran la Navidad gracias a los Salesianos
Estamos acostumbrados a que estos días navideños estén llenos de encuentros familiares, comidas copiosas e intercambio de regalos. La alegría y la celebración del nacimiento del Niño Jesús marcan estas jornadas entre los seres queridos. Lo hemos vivido así desde niños, pero por desgracia hay miles de menores que no pueden celebrar la Navidad porque viven solos y en la calle. Su única celebración es la de sobrevivir un día más. Para ellos estos días los Salesianos también tienen una palabra de aliento, una comida caliente y la invitación a cambiar de vida gracias a Don Bosco.
Miles de niños en el mundo no tienen motivos para celebrar la Navidad, ni su cumpleaños porque son niños de la calle. Para ellos todos los días del año son iguales y con el mismo objetivo: sobrevivir con un poco de comida, tener un lugar seco y caliente en el que poder dormir y no sufrir los peligros que encierra la calle.
Abundan en África, Asia y América Central y del Sur. Antes estos menores iban en grupos oliendo pegamento para engañar al estómago, al frío y al tiempo, pero la sociedad ha cambiado y ahora el alcohol y las drogas también los acompañan.
Las causas que los llevan a la calle son siempre las mismas: fueron echados de casa por ser los pequeños y no poder atenderlos o, simplemente, se fueron y abandonaron la escuela. La mayoría ha delinquido para sobrevivir y, aunque muchos echan de menos a la familia y quieren cambiar de vida, la sociedad no les da esa oportunidad.
Los Salesianos, sin embargo, siguiendo el ejemplo de Don Bosco, salen por las noches a las calles en muchos países para encontrarse con ellos, hablar, ofrecerles un plato de comida, hacerles revisiones médicas e interesarse por su pasado con el objetivo de encontrar a sus familias y de que puedan regresar a la escuela.
En estos días el trabajo de los misioneros salesianos se intensifica para llevar a estos menores un poco de alegría y de motivación a sus vidas. Además de compartir con ellos juegos y de ofrecerles la posibilidad de una ducha y un lugar en el que dormir si entran a formar parte de los hogares salesianos que hay repartidos en todo el mundo, se preocupan por sus sueños, por lo que les gustaría ser de mayores.
Gracias al trabajo continuo de los misioneros, acompañados por educadores, trabajadores sociales, psicólogos y enfermeros, muchos logran abandonar esa vida en la calle y empezar a cumplir sus sueños de un futuro mejor al lado de sus familias y con la educación facilitada por los Salesianos.