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20 diciembre, 2017

Una nueva vida para Teresa en República Democrática del Congo

Muchas personas llaman a la puerta del Centro Don Bosco en Bukavu porque saben que allí se ayuda a la gente que lo necesita. Sin embargo, no siempre los Salesianos pueden satisfacer las demandas y las peticiones de la población, pero hay situaciones en las que existe una necesidad urgente. En estos casos, en los que se comprueba que la situación de necesidad es real, se hace todo lo posible para ayudar y éste fue el caso de “mamá Teresa”.

La señora Teresa nació en Burundi y nunca fue a la escuela. Cuando tenía 6 años perdió a su padre y tuvo que empezar a trabajar en el campo. A los 14 años la convencieron para realizar un viaje a la República Democrática del Congo, a la ciudad de Bukavu y, aunque le dijeron que era para visitar a un familiar, en realidad la entregaron a un congolés que la obligó a casarse con él.

El marido era un hombre violento y la abandonó en 2007 después de tener 9 hijos con ella. Tres de los hijos murieron siendo muy pequeños.

Mamá Teresa se vio obligada a empezar un pequeño negocio, pero una enfermedad hizo que se quedara sin el dinero que tenía ahorrado. Como muchas otras mujeres tuvo que trabajar cargando bolsas de arena para construir casas.

Trabajó mientras pudo pero enfermó nuevamente. Aun así, debía pagar el alquiler de su casa y el colegio de sus hijos. Los tres hijos mayores tuvieron que trasladarse a vivir con el padre de Teresa por las dificultades que tenían en el día a día. Ella se quedó con Marcelline de 12 años, con Jeanne de 10 años, y un niño discapacitado de 8 años.

“Cuando llegó al centro salesiano para pedirnos ayuda vimos que ella pasaba la noche en una pequeña choza con sus hijas, que acababan de terminar la escuela primaria y trabajaban recogiendo botellas de plástico y las llenaban con agua para venderlas en el mercado recibiendo a cambio un poco de yuca”, explica Piero Gavioli, misionero salesiano que lleva 33 años en la República Democrática del Congo.

Debido a la falta de espacio en los Salesianos, el padre Gavioli ayudó a mamá Teresa a alquilar una habitación en la que pusieron dos colchones y la ayudaron para cuidar a sus hijas y, sobre todo, a su hijo discapacitado. “Le entregamos una pequeña suma de dinero para que iniciase un negocio de venta de frijoles y buscar una escuela para las dos niñas, que han comenzado un curso de corte y confección”, asegura el misionero salesiano.

Otro futuro es ahora posible para Mamá Teresa y sus hijos gracias a los Salesianos.

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