Noticias
Ver todas las noticiasEl testimonio de Rania, una madre siria que colabora con los Salesianos: “La fe se vuelve más firme ante las dificultades”
Hoy se cumplen 6 años y 7 meses del inicio de la guerra de Siria. Más de 450.000 personas han muerto en este tiempo y hay millones de desplazados. Como ocurre en todas las guerras, las mujeres y los menores de edad son los que más están sufriendo esta barbarie, ya que muchos pequeños no conocen otra situación en su vida que la guerra y el ruido de las balas, misiles, sirenas y explosiones.
Rania Salouji es una mujer siria de 40 años casada con Grigor con dos hijos de 17 y 14 años. Al comenzar la guerra pensaron en huir, pero luego decidieron quedarse en su país y vencer el miedo. Fueron meses de preocupación por el secuestro del marido durante más de dos meses por un grupo extremista y el dolor por la muerte de un joven en los Salesianos de Alepo al caerle un misil. Cada día Rania encomienda a sus hijos a la Virgen rezando el Rosario.
Junto a sus hijos, Rania y Grigor han tenido la posibilidad de emigrar, pero “decidimos rechazar la propuesta. Nos dimos cuenta de que teníamos una misión que cumplir aquí, en nuestra ciudad, y en nuestro país”, cuenta Rania. Por eso, “nos quedamos en Alepo confiándonos totalmente a Dios, porque la fe se vuelve más firme ante las dificultades”.
Hoy, la mujer es responsable del grupo de catequistas en los Salesianos de Alepo, donde hace poco se han retomado las actividades después de un largo periodo de inactividad por los bombardeos. “Había preocupación por la salud y la integridad de los 900 niños que atendemos, sobre todo cuando ellos vienen hasta el centro en coche o cuando regresan a casa después de las actividades. Ahora es realmente bello verlos jugar juntos. La vida de ellos está llena de estrés y en sus hogares no tienen la posibilidad de jugar libremente”.
Frente al drama de una población atormentada por la guerra y la violencia, los Salesianos, junto a toda la Iglesia de Alepo, ha emprendido en los últimos meses una serie de proyectos destinados a la población más vulnerable: desde la limpieza de la ciudad a la ayuda brindada a las jóvenes parejas casadas, las cajas de alimentos y los fondos para el suministro eléctrico y también los centros de verano para cientos de niños, las contribuciones para cubrir gastos vinculados a la salud y los medicamentos, las consultas, los exámenes, los tratamientos.
Logramos afrontar y superar el drama de la guerra, cuenta Rania, gracias a la fuerza que encierra “la oración, y de un modo especial, el Rosario. También fue así cuando mi marido perdió el trabajo. Y también cuando en Alepo empezó a faltar el agua, la comida, jamás hemos perdido lo que realmente cuenta: la fe en la Divina Providencia”.