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12 junio, 2020

El trabajo infantil esclaviza a más de 150 millones de menores en el mundo sin que disfruten de su infancia

No pueden ir al colegio, apenas tienen tiempo para comer, no descansan ni los fines de semana y no saben lo que es jugar con otros niños y niñas. Son las consecuencias que sufren en el mundo 152 millones de menores que son víctimas del trabajo infantil en el mundo y que deberían estar en la escuela y no realizando actividades de adultos, ya que en casi la mitad de los casos, 73 millones, realizan actividades peligrosas para la salud. En tiempos de coronavirus la situación es aún mucho más difícil para ellos porque siguen explotados y sin medidas de seguridad o sobreviven abandonados en las calles.

Los menores son una mano de obra barata y silenciosa. El trabajo infantil supone un niño alejado de su familia, al que maltratan… un trabajador silencioso y obediente porque no conoce sus derechos ni tampoco otra realidad. Pero detrás de las cifras del trabajo infantil hay infancias que han dejado de serlo. Niños y niñas que realizan trabajos que no les corresponde, que se convierten en adultos antes de tiempo.

Cargar mercancías en las estaciones, vender en la calle, trabajar en el campo, en las fábricas, en las minas o como servicio doméstico son algunas de las ocupaciones que realizan los menores en el mundo y que les privan de ir al colegio y de disfrutar su infancia. La pregunta a un menor nunca debería ser ¿estudias o trabajas?

La educación es la base para erradicar el trabajo infantil y que los menores no sean explotados.

Los niños y las niñas son fácilmente reemplazables y no se quejan ni reclaman sus derechos porque no los conocen. Son tratados como adultos con abusivas jornadas de trabajo. Los menores, agotados y sin poder ir a la escuela, enferman con facilidad por realizar trabajos de adulto. Cargan grandes pesos, trabajan en el suelo y con posturas que les producen malformaciones, enfermedades crónicas y, en todos los casos, baja autoestima, desconfianza y hasta depresión.

Las consecuencias para los 152 millones de menores en el mundo obligados a trabajar son muchas, pero la principal es la pérdida de la infancia y las dificultades para desarrollarse. En los tiempos actuales de pandemia, muchos continúan siendo explotados, expuestos al contagio sin las medidas de seguridad necesarias. Otros, fueron abandonados y sobreviven en las calles buscando comida en la basura.

El trabajo infantil se concentra principalmente en la agricultura (71%); el 17% de los menores que trabajan lo hace en el sector de servicios y el 12% en el sector industrial, en particular la minería. Los misioneros salesianos trabajan para rescatar a estos menores del trabajo infantil y que puedan recuperar su infancia, ir a la escuela y jugar como les corresponde a los niños y niñas de su edad.

Sabemos que el cambio comienza con un lápiz, una pizarra y un profesor.

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