Tender puentes de paz en medio de la violencia. El ejemplo de una joven voluntaria salesiana en Sudáfrica

Eurica Mapule Mokaba fue animadora voluntaria del Centro Juvenil Salesiano de Johannesburgo. En su comunidad de Orange Farm se han producido numerosos disturbios en las últimas semanas por la gestión de la pandemia, y aquí está la respuesta y el testimonio que ella dio: “Un gran ejemplo de lo que entendemos por ser un ciudadano salesiano honesto”, aseguran los misioneros salesianos en el país africano.

“Cuando saquearon unos grandes almacenes cerca de mi casa yo estaba viendo en la televisión escenas de otros saqueos en otros centros comerciales. Podía escuchar a la multitud desde fuera, así que decidí ver yo misma lo que estaba ocurriendo y encontré personas de todas las edades corriendo con botellas de alcohol, comida… Se me rompió el corazón”, explica Eurica.

“Vivo a cinco minutos de un gran centro comercial que estaba siendo saqueado. Entonces, cuando escuché que alguien buscaba voluntarios para ordenar y limpiar los almacenes, lo llamé y le pregunté si podía ir como voluntaria y si se necesitaba alguna acreditación, porque no quería que la policía me confundiera con los saqueadores”.

El ejemplo de solidaridad y voluntariado salesianos en medio de la violencia en Sudáfrica

El centro comercial que estaba siendo saqueado había apoyado varios proyectos solidarios en la comunidad de Eurica, “y sus trabajadores siempre han sido serviciales, amables y dispuesto a ayudar”. La joven voluntaria salesiana está desempleada en la actualidad, por lo que tampoco quería que el personal de la gran superficie perdiera su trabajo debido a la maldad de otras personas.

Eurica se sintió llamada a predicar con el ejemplo que había aprendido en el ambiente salesiano del centro juvenil. De esta forma, a primera hora de la mañana del día siguiente se fue con una escoba al centro comercial. “Mientras caminaba en dirección al centro comercial varias personas me detuvieron y no entendieron por qué tenía que ir a limpiar. Para algunos, el razonamiento era que si yo no lo rompí no lo tenía que arreglar. No comprenden el concepto de voluntariado ni la idea de ayudar a formar una comunidad mejor.

“Después de limpiar el lugar me sentí mucho mejor y el personal de la tienda también se mostró agradecido por la ayuda. Aún queda un largo camino por recorrer para educar a las personas en el voluntariado y en la solidaridad para ayudarse mutuamente y vivir en paz, pero también hay que dar pasos individuales”, comenta Eurica.

“Cuando llegué a casa a pie tenía toda la ropa sucia y dolor de espalda, pero también estaba alegre por lo conseguido junto a otras personas voluntarias para cuidar lo que tenemos”, finaliza la joven voluntaria salesiana.