Compartir el pan y atender a los enfermos, objetivos del voluntariado salesiano con los indígenas xavante en Brasil

Muchos de los menores xavantes de Santa Fe experimentaron un salto importante en su estado de salud y en la recuperación de peso. Todo fue posible gracias a semanas de seguimiento por los misioneros salesianos y la Pastoral de la Infancia. Durante este tiempo, las familias recibieron donaciones de alimentos y tuvieron a su disposición la posibilidad de un control del peso y un seguimiento semanal. Algunos días incluso tuvieron acceso a un plato caliente de comida.

Tan sólo dos niños indígenas tuvieron que ser hospitalizados en la Casa de la Salud Indígena (CASAI). De esta forma, se garantizó mejor su acompañamiento, mientras que los demás permanecían en la aldea. Todos se recuperaron gracias a la orientación y ayuda ofrecida por la Pastoral de la Infancia.

Además de las iniciativas realizadas en la aldea de Santa Fe, algunos voluntarios también participaron en actividades con el equipo del Proyecto AMA (Asistencia Misionera Móvil). En Campinápolis, ayudaron al mantenimiento de los pozos artesianos de varios pueblos de la zona.

El trabajo salesiano ha dado sus frutos en los últimos meses y los menores han ganado peso

La experiencia de voluntariado con los xavante también sirve para unir a los voluntarios con empresarios y profesionales. Este año han participado, entre otros, un economista y un neumólogo. Ellos, en el contexto del Proyecto Operación Mato Grosso comenzado hace más de 50 años por el inolvidable misionero salesiano Ugo de Censi, han colaborado con los salesianos en la misión educativa de Campinápolis.

“Mi experiencia ha sido estar con gente, sobre todo con los xavante. Ayudé al centro de salud porque realmente necesitan estar acompañados debido a muchas enfermedades que padecen. En los pueblos hay muchos niños necesitados, incluso el acceso a la salud es complicado. Por eso es bueno poder ayudarlos en sus propios pueblos”, explicó el médico. Para él, “cuidar la salud de los indígenas es una forma de ayudar a preservar su cultura”.

Los niños fueron medidos y pesados, y cada familia recibió al menos una canasta de alimentos donados, sin olvidar que todos los aldeanos compartieron comida preparada por los voluntarios. “Entiendo que este trabajo es muy importante, como lo es para la ciudad de Campinápolis saber que hay personas que vienen a esta aldea perdida de la Amazonía para atenderlos”, agrega el voluntario italiano.

“Les hemos preparado comida para demostrar que hay personas, hay waradzu, como les llaman a quienes los cuidan, que se preocupan por su salud, que los quieren como xavante y como personas. Nadie, sea waradzu o xavante, debe pasar hambre o pasar necesidad”, asegura otro voluntario quien, agradecido por la experiencia, comenta que “el simple gesto de servir una sopa sencilla, a los niños, que no tenían cubiertos, platos ni mesa, les hacía sentirse felices y se mostraban muy agradecidos”.