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1 octubre, 2025

Otra vuelta al cole en Ucrania con timbres que son alarmas antiaéreas y búnkeres convertidos en aulas

Hace un mes que Ucrania inauguró un nuevo curso escolar, el cuarto en medio del conflicto tras la invasión de Rusia el 24 de febrero de 2022. En medio de una guerra bastante olvidada por la actualidad de otros conflictos, menores y jóvenes ucranianos no acaban de acostumbrarse a que volver a las aulas significa tener que quedarse en casa por los avisos de bombardeos, bajar a los búnkeres de las escuelas o conectarse online desde otros países donde las familias han buscado refugio. El largo conflicto continúa marcando el ánimo y la esperanza en una paz definitiva de familias, estudiantes y profesorado, tal y como narra esta información de Svitlana Dukhovych (Vatican News).

El 1 de septiembre marca el inicio de las clases en Ucrania. Para los alumnos, las familias y el profesorado es un día que se considera festivo: van al colegio con ropa de gala, regalan flores y se celebra una ceremonia solemne. Este año, por desgracia, y al igual que en los tres años anteriores, en muchas escuelas del país estos eventos se celebraron con el sonido de fondo de las alarmas antiaéreas y, a menudo, los estudiantes se vieron obligados a bajar a los refugios subterráneos, que son obligatorios.

Para la juventud ucraniana, la posibilidad de asistir a la escuela presencialmente es ahora un privilegio. Desde el inicio de la invasión rusa, más de 3.800 centros educativos han sufrido daños, de los cuales casi 400 han quedado completamente destruidos. Para muchos menores, la vuelta al cole ahora sólo significa conectarse a las clases online desde casa, desde los búnkeres o desde el extranjero, donde las familias se han trasladado en busca de seguridad.

En Ucrania, el Ministerio de Educación ofrece recomendaciones generales, mientras que las escuelas eligen de forma autónoma las modalidades de enseñanza (presencial, a distancia o mixta) en función de la situación de seguridad y la disponibilidad de refugios. Las escuelas subterráneas, que ya funcionan en varias grandes ciudades cercanas al frente, como Jarkov, Zaporizhia y Mykolaiv, ofrecen a un número cada vez mayor de menores la posibilidad de asistir a clases presenciales.

La previsión es que para finales de este año se habrán abierto 150 centros subterráneos en Ucrania. “La mayoría de nuestros alumnos vienen a la escuela y asisten a clases presenciales”, explica Oleh Ladnyuk, misionero salesiano, que además de ejercer como capellán militar es profesor de Historia en un instituto de Dnipro, en el este del país.

Los misiles y los drones en Ucrania no sólo atacan por la noche, y eso afecta a las escuelas

En algunas escuelas, continúa, “las clases se imparten en línea porque las familias están preocupadas por la seguridad de sus hijos: los misiles y los drones atacan no sólo por la noche, sino también durante el día. Sin embargo, en estos últimos años de enseñanza en línea, primero debido a la pandemia y luego a la guerra, el nivel de conocimientos de los niños ha bajado mucho. Afortunadamente, ahora la mayoría lleva a sus hijos a la escuela. Esto es bueno no sólo para el aprendizaje, sino también para su socialización y su desarrollo en general”.

Oleh subraya que enseñar en la escuela es para él, por un lado, una oportunidad para poner en práctica el carisma salesiano y, por otro, una ocasión para distraerse de la guerra: “Ha sido bonito volver a ver a mis alumnos el primer día de clase, he visto la alegría también en sus ojos. Esto es lo bonito de ser maestro: tener la posibilidad de encontrarte con chicos y chicas que te quieren y a los que tú también quieres”. El sacerdote salesiano añade con amargura que algunos estudiantes, sobre todo de Secundaria, ya no han vuelto a la escuela porque se han ido del país. “Muchas familias intentan trasladarse o enviar a los hijos mayores a Europa occidental o a las regiones del oeste de Ucrania. Es una tendencia triste, pero entiendo que quieren lo mejor para sus hijos”.

Con el inicio de la guerra, los profesores ucranianos dejaron de ser sólo mentores. Intentan ser un ejemplo de comportamiento y estabilidad para la juventud, inventan todo tipo de cosas para motivarlos, los acompañan a los refugios y los tranquilizan durante las alarmas.

Hay adolescentes a las que le han salido canas por las situaciones de estrés producidas la guerra

Oleh intenta relacionar en clase los acontecimientos históricos con la actualidad. Los chicos y las chicas a menudo le preguntan por su labor como capellán y cómo ayuda a la gente de los pueblos cercanos. A veces se preocupa cuando los ve cansados porque no han dormido en toda la noche debido a los bombardeos rusos.

“En esta situación sería lógico mostrar agresividad, pero yo no la veo. No sé cómo será en otras escuelas, pero aquí no la hay, gracias a Dios. Quizás simplemente se han acostumbrado a esta situación. Sin embargo, algunas chicas de entre 14 y 17 años me han contado que cuando fueron a la peluquería, el peluquero les dijo que tenían algunas canas. Esto significa que hay preocupación, aunque no la manifiesten. Cuando suena la alarma antiaérea durante una clase, todos los alumnos ya saben lo que tienen que hacer: bajar al refugio sin prisa ni pánico. Por un lado, es positivo que los niños y los jóvenes se hayan adaptado a estas circunstancias. Pero, por otro lado -concluye el sacerdote salesiano-, es triste que hayan tenido que adaptarse a la guerra”.

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