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Ver todas las noticiasTener que quedarte casa cuando estás lejos de tu casa: el coronavirus para los desplazados y refugiados
Casi la mitad de la población mundial vive estas semanas confinada en sus casas para evitar el avance de los contagios por coronavirus. Sin embargo, varios grupos de personas tienen muy difícil cumplir con esta cuarentena obligatoria. Los menores de la calle, las personas sin hogar y las que viven de la economía de subsistencia deben elegir entre morir por el virus o de hambre. Pero hay otros grupos que están a expensas de los contagios por no tener casa: son los desplazados y los refugiados. Ellos dejaron sus casas para salvar sus vidas y ahora viven en asentamientos atendidos por misioneros y por ONG.
Más de 70 millones de personas en el mundo viven en la actualidad desplazadas de su lugar de origen por culpa de la violencia. De ellas, más de 30 millones son refugiadas porque están en otro país. Todos confían en que la paz les permita regresar a sus casas, pero muchos viven en asentamientos y en campos de refugiados. En ellos se sienten seguros atendidos por ONG y por misioneros, aunque también les faltan muchas cosas básicas para su vida diaria.
Ante la extensión de la pandemia del coronavirus en el mundo, los misioneros salesianos que atienden a las personas desplazadas y refugiadas también han establecido medidas para prevenir los contagios. El asentamiento de desplazados de Gumbo (Sudán del Sur) y el de refugiados de Palabek (Uganda) son dos ejemplos del trabajo con la población desplazada en el mundo.
Es muy difícil cumplir la cuarentena por el coronavirus cuando eres desplazado o refugiado.
Los Salesianos atendemos a la población que huye de la guerra de Sudán del Sur en todas las fases del proceso: desde la emergencia cuando huyen y se convierten en desplazados, cuando cruzan la frontera y se convierten en refugiados, y también en la reintegración si regresan a su lugar de origen.
El padre Shyjan, desde Sudán del Sur, asegura que “los niños son los más afectados por el cierre de las escuelas. La prohibición de reunirse para jugar dentro del asentamiento también la sufren”. Los Salesianos en Gumbo han decidido “proporcionar una comida diaria para ellos que distribuimos gracias a los voluntarios”.
Tanto en Gumbo como en Palabek los Salesianos tienen dispensadores de agua con clorín para lavarse las manos asiduamente. “Es la medida principal, ya que no creemos que aquí lleguen los test del coronavirus”.
En el asentamiento de Palabek, los propios refugiados están confeccionando mascarillas en el taller de costura de la Escuela Técnica, ahora cerrada. “También procuramos repartir comida a los niños, ya que dábamos de comer los niños de todas las escuelas del asentamiento”, destaca el misionero Ubaldino Andrade.
Pese a la prohibición de reunirse y de celebrar la misa, los misioneros salesianos orientan a la población desplazada y refugiada para que puedan cultivar algo. “Es su único medio de subsistencia porque no tienen dinero”. Entre el temor y la incertidumbre, todos confían en que el virus no llegue a la población más vulnerable porque sus consecuencias serían devastadoras.