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Ver todas las noticiasEl padre Rubinsky, un misionero ‘ángel de la guarda’ en Ecuador durante la pandemia
La vida del misionero salesiano Rubinsky Sánchez cambió, como para todo el mundo, el 12 de marzo. En Machala, al suroeste de Ecuador, tenía que confinarse por el coronavirus y ya no podría ni reunirse con sus feligreses ni acompañar a los jóvenes en el patio. Los alimentos y las medicinas comenzaron a escasear y el confinamiento obligatorio agravó la situación de los más pobres. Su único objetivo, en una situación que describe “película de terror”, fue cómo ayudar a la población en medio de la situación de pánico que se generó.
Durante el inicio de la pandemia sólo escuchaba decir a los más desfavorecidos que “si no nos mata el coronavirus, a mi familia y mis hijos nos va a matar el hambre”. A finales de marzo apreció una luz de esperanza. Una llamada le dijo: “Padre, quiero ayudar a su parroquia porque los Salesianos hacen una obra maravillosa con las personas”. La donación era de 500 kits de alimentos.
El padre Rubinsky, junto a un grupo de jóvenes, empezó a estar en primera línea de la pandemia en un momento en que fallecían muchas personas. Protegidos con guantes, gafas y mascarillas, entregaban los kits de alimentos en los sectores más pobres que atiende la misión salesiana: Nuevo Pilo, Venezuela, Voluntad de Dios, El Bosque, Alcides Pesántez y Rayito de Luz. En 20 días recorrieron estos barrios para repartir 500 kits de alimentos; después, la providencia se encargó de hacer llegar otros 1.000 kits más.
El misionero salesiano recuerda que “podría haber convocado a las personas en la parroquia, pero hubiera generado aglomeraciones y caos. Entonces, a ejemplo de Jesús y Don Bosco, queríamos compartir el dolor por la muerte de un ser querido y hacerles sentir que la Iglesia y los Salesianos estábamos con ellos”.
“Llegaba, llamaba a la puerta, hablaba con ellos y conocía su situación antes de darles la comida”
En 2016 ya vivió una situación de dolor parecida cuando era párroco en Manta. Allí sintió en primera persona, la destrucción y muerte que causa un terremoto. Por eso su actitud en esta ocasión fue la misma, salir a conversar con las familias que atravesaban por dificultades.
Pero no sólo les entregaba algo que llevar a la mesa, también “les compartía una palabra de aliento para que no pierdan la esperanza de días mejores”, cuenta el padre Rubinsky mientras recuerda cómo algunos “hasta bailaban de alegría”.
Más tarde la providencia volvió a actuar y pudo repartir tarjetas del equivalente a 55 euros para que las familias pudieran adquirir alimentos en los supermercados. Fueron más de 600 tarjetas repartidas y esta ayuda todavía continúa a través de la campaña Por el pan de cada día.
Este ‘ángel de la guarda’ ha conocido situaciones muy difíciles, pero la esperanza siempre ha podido al dolor
También consiguió una donación de 27.000 litros de leche de una empresa de la ciudad, así que la parroquia salesiana ha funcionado como centro de acopio y, conjuntamente con Cáritas de la Diócesis, también de distribución.
A pesar de estar en contacto permanente con las personas, no ha contraído el virus. Se ha sometido a tres pruebas y todas han salido negativas. “Ha sido el manto protector de María Auxiliadora. A Dios le he pedido que me proteja y a Ella que me cobije”.
El misionero salesiano considera que el principal desafío de los tiempos actuales es “seguir estando con la población, seguir siendo luz a través de la presencia animadora como comunidad salesiana”.