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2 abril, 2020

La amenaza global del coronavirus cierra escuelas en África y América y llega a los más desfavorecidos

El impacto del coronavirus, primero en China, y más tarde en Italia y España, se ha convertido en una amenaza global que no entiende de fronteras. África y América son los nuevos focos de contagios y donde más preocupa la emergencia por la situación política, sanitaria y económica que atraviesan la mayoría de sus países.

Los Salesianos hace días que se preparan para el peor de los escenarios. Advertidos de la situación en Europa, los que han participado en el Capítulo General 28 en Turín se han puesto en cuarentena voluntaria al regresar a sus países. Por otro lado, las comunidades salesianas se encuentran bien, tomando preocupaciones y saliendo a la calle sólo si es imprescindible.

Hace días que los gobiernos tomaron medidas, que varían desde el toque de queda al estado de emergencia por un año y desde el cierre de fronteras y escuelas hasta la prohibición de celebraciones o actividades públicas. “Lo que está claro que esta pandemia va empeorar las condiciones de vida de la gente, ya de por sí pobre. Están entre la incertidumbre y el miedo”, asegura el padre Jacob, misionero salesiano en Sudán.

Sin embargo, los misioneros salesianos se hacen las mismas preguntas en cada país por el temor a que la pandemia cause una catástrofe humanitaria. ¿Cómo será posible mantener en casa a una población que vive de la economía sumergida y que si no sale a la calle no tiene para comer? ¿Qué medidas se tomar para prevenir el contagio entre quienes viven en la calle o son migrantes o refugiados sin hogar? ¿Qué cuarentena harán quienes viven más de 10 personas en menos de 20 metros cuadrados? ¿Cómo van a cuidar la higiene aquellos que no tienen acceso al agua potable?…

Los contagios por coronavirus aumentan aún a ritmo lento en todos los países de África y América.

El misionero salesiano Hernán Cordero, desde Benín, lamenta que “debido a las condiciones sanitarias, se sabrá que el coronavirus ha llegado cuando haya muertos. Sin clases, en la parroquia estamos haciendo acopio de alimentos porque cuando la crisis estalle la población vendrá a pedirnos comida a nosotros”.

Desde Goma, en la República Democrática del Congo, el padre Domingo de la Hera explica que “aunque hemos mandado a los estudiantes internos a su casa, tenemos con nosotros a 40 que no tienen familia. También acogemos a cerca de 80 huérfanos con edades que van desde los 6 meses hasta los 6 años. Un grupo de cuidadoras ha decidido quedarse con ellos para aislarse de los contagios en la ciudad y atenderlos”.

En Mbuji Mayi, otra ciudad congoloña, el padre Mario Pérez asegura que “a los extranjeros blancos nos ven como apestados y los culpables del contagio”. A los Salesianos les preocupa especialmente “el cólera. Convivimos con 127 niños de la calle y acusados de brujería y cada día llegan más. Con los mayores salimos a sensibilizar y a desinfectar lugares, pero no será suficiente dentro de poco tiempo”, comenta el misionero.

Preocupación de los Salesianos por los más vulnerables: niños de la calle, migrantes y refugiados.

La mayor preocupación en Angola es “la atención a los niños y niñas de la calle”. Máximo, salesiano coadjutor, explica que “el Gobierno nos ha pedido poder acoger a otros cien chicos de la calle. En la actualidad ya atendemos a casi 300 en diferentes centros, así que estamos preparando la logística para los próximos días”.

Los Salesianos en América también tienen una preocupación clara: “Las personas más desfavorecidas que su día a día consiste en lo que consigan en la calle, y por los migrantes y refugiados que hay en numerosos países”, explica Juan Carlos Quirarte, coordinador de América Social Salesiana, que abarca 19 países. “Estamos realizando un mapa de prácticas exitosas para responder a la emergencia y también para las secuelas, que demandarán mucha atención”.

Philip Sajan y Sony Pottyplackal, misioneros salesianos en Tanzania y Liberia, respectivamente, coinciden en su frase de despedida: “Estamos rezando por todos ustedes, no están solos, pero también recen por nosotros y por las personas que atendemos”.

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