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17 noviembre, 2020

Regreso a las aulas en el asentamiento de refugiados de Palabek después de siete meses de confinamiento

El pasado marzo, la vida en el asentamiento de refugiados de Palabek, en el norte de Uganda, cambió para los más de 56.000 refugiados que viven en él. El confinamiento obligatorio para evitar los contagios por el coronavirus obligó a cerrar escuelas, prohibir reuniones y actividades. La comida empezó a escasear y las ONG se marcharon del asentamiento. Los misioneros salesianos continuamos al lado de la población, ayudando a cubrir sus necesidades más básicas de comida y ropa y volviendo a empezar casi de cero para infundirles esperanza en un futuro mejor.

Desde su inauguración en enero de 2019, la Escuela Técnica Don Bosco del asentamiento de Palabek fue un lugar de referencia para los refugiados y para la población local. 750 jóvenes se formarían cada año para tener una oportunidad de futuro. Gracias a los talleres de agricultura, construcción, costura, mecánica, peluquería e instalaciones solares, los jóvenes adquieren conocimientos para descubrir sus destrezas, hacer algo para ayudar a sus familias y contribuir a reconstruir su país, Sudán del Sur, cuando la paz sea definitiva.

Pero toda esta gran experiencia educativa y alabada tanto por el Gobierno de Uganda como por Naciones Unidas al construirse el centro en apenas seis meses se vio interrumpida en marzo por la pandemia.

Durante siete meses los alumnos y toda la población de Palabek tuvieron que quedarse en sus tukuls (chozas). “El mayor peligro en el asentamiento de refugiados es no tener nada que hacer”, recuerda el misionero salesiano Ubaldino Andrade. Por ese motivo, muchos jóvenes mantuvieron el contacto con los misioneros, se ofrecieron para labores de voluntariado y preguntaron cuándo comenzaban de nuevo las clases.

Vuelta a las aulas después de siete meses para 150 alumnos de la escuela técnica

Al final, el pasado 15 de octubre, con el permiso de las autoridades del campo de refugiados, pudimos reabrir la escuela técnica. 150 alumnos fueron los primeros en regresar a las aulas con todas las precauciones. y siguiendo las recomendaciones sanitarias. Hubo constante lavado de manos, mascarillas, control de temperatura, contar de que puedan continuar con mucha alegría el aprendizaje.

Algunos de los alumnos del turno anterior, que quedó interrumpido por el confinamiento, recibieron sus herramientas para comenzar una nueva vida y poder trabajar con sus manos.

Una semana después del inicio de las clases, Palabek recibió la visita del arzobispo de la diócesis de Gulu, la ciudad más cercana al asentamiento. John Baptist Odama es una pieza clave en la consecución de la paz en  Sudán del Sur. Fue una gran ocasión para celebrar la fiesta de San Juan Pablo II. El arzobispo visitó cada taller, compartió su experiencia y animó a los estudiantes para que aprovechen la oportunidad que Don Bosco les da.

El arzobispo demostró una vez más su cercanía a los misioneros salesianos y su cariño al pueblo sursudanés. No en vano, en muchas ocasiones ha arriesgado su propia vida para que la paz pueda ser una realidad en Sudán del Sur.

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