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1 abril, 2022

Diana Leyva, un voluntariado salesiano por y para los propios voluntarios

Diana vive el voluntariado como un estilo de vida. Fue voluntaria en su país, Bolivia, donde se identificó con el espíritu de servicio al estilo salesiano. Los estudios la trajeron a España para su especialización en Trastornos del Espectro Autista, pero lejos de apartar su faceta de voluntaria la compaginó hasta integrarse al Departamento de Voluntariado de Misiones Salesianas, lo que le permitió para formar, acompañar y vivir junto a otros voluntarios el proceso de hacer una experiencia internacional.

A pesar de su juventud, a Diana le sobra experiencia como voluntaria. “Conocí a los Salesianos cuando me cambiaron en secundaria a un colegio de las Hijas de María Auxiliadora, dónde me cautivo la alegría y familiaridad en la que nos acompañaban”, comenta. En el colegio fue donde encontró también su vocación profesional como psicopedagoga.

En pocos años pasó de conocer a ser parte de los diferentes espacios dentro del Movimiento juvenil: animadores, líderes, catequista y voluntariado. Llegó a ser coordinadora del voluntariado en el departamento de La Paz. Años que hicieron más firme y clara su vocación de servicio a los demás. Decidió tener un año de experiencia de voluntariado en su país antes de comenzar la especialización de su carrera universitaria en España”.

“Poder estar y ayudar en un ambiente salesiano es sentirte como en casa”

Su experiencia de voluntariado la realizó en la humilde localidad de San Carlos, en Santa Cruz de la Sierra, en un internado que los Salesianos ofrecían a la comunidad que vivía de cerca la realidad de pobreza, narcotráfico y descuido en la formación de niñas y jóvenes . “Allí me enamoré impacto de un proyecto y espíritu misionero reflejado en el día a día”. Sin embargo, la pandemia truncó todos los planes, porque “enviaros a sus casas a las chicas y cerraron el centro por el confinamiento. Yo también enfermé de dengue y fue como empezar de cero de nuevo”.

Llegó a España hace un año y medio sin conocer a nadie, pero cuando desde Bolivia le sugirieron que contactara con los Salesianos vio un panorama más familiar y de guía que la hizo sentirse en casa. “Creyeron que por mi experiencia, la vivencia del voluntariado y de misión podría ayudar en Misiones Salesianas a los futuros voluntarios, así que desde ese día puedo decir que me siento como en casa”.

El voluntariado, reconoce Diana, “es un estilo de vida que responde a una vocación de encontrar a Dios en los demás. Todos podemos ayudar, pero Dios nos llama para dedicar nuestra vida a este servicio”. En Misiones Salesianas realiza una doble labor, “por un lado, administrativa, de ayudar a elaborar el planes, materiales o ideas para el programa de voluntarios de larga estancia; y por otro, de acompañamiento a los voluntarios en el día a día llamándolos, escribiéndolos, preparando oraciones con ellos…”, explica la joven voluntaria.

Pero Diana, como buena voluntaria que es no deja de soñar: “Tengo claro que quiero volver a mi país para abrir un centro para niños con autismo y diferentes trastornos. Pero también sé que quiero hacer un voluntariado internacional, y seguir viviendo cómo los Salesianos en diferentes países y culturas responden a esta vocación”.

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