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21 abril, 2022

Formación de catequistas en Palabek (Uganda) para atender a los refugiados de Sudán del Sur

Cuando los misioneros salesianos llegaron al asentamiento de refugiados de Palabek (Uganda) en 2018, lo primero que les llamó la atención fue la fe con la que los sursudaneses se reunían bajo los árboles en grandes grupos para rezar y celebrar la Palabra de Dios. Habían huido de la guerra para salvar la vida, pero mantenían su fe en Dios ante las dificultades. Los misioneros salesianos empezaron a vivir en el asentamiento junto a los refugiados, a celebrar la eucaristía con ellos y formaron a catequistas para poder atender a los más de 60.000 refugiados de Sudán del Sur que viven en la actualidad en el campo al norte de Uganda.

La guerra continúa en Sudán del Sur a pesar de los acuerdos de paz, pero muchos refugiados han regresado a su país para intentar empezar allí una nueva vida. También la pandemia está suponiendo un grave problema en el asentamiento con todas las actividades detenidas durante mucho tiempo. Esas situaciones han afectado al número de catequistas, que ha descendido.

En África, los catequistas son indispensables en el proceso de evangelización. “El éxito de la mayoría de las misiones y parroquias en África a menudo depende de los catequistas, que son fundamentales, especialmente en las zonas rurales y de difícil acceso”, asegura el misionero salesiano Lazar Arasu, capellán en el asentamiento de refugiados de Palabek.

Algunos de los desafíos a los que se enfrentan los misioneros son comprender lenguas autóctonas, las grandes distancias y la dificultad de los trayectos. “Sólo pueden ser resueltos por los catequistas, pero necesitan ser capacitados, apoyados, alentados y reconocidos debidamente”, reconoce el padre Arasu.

Los catequistas reciben clases de sacramentos, escritura, liturgia y de liderazgo cristiano

El nuevo grupo de catequistas ha recibido formación durante tres meses. Ahora está comenzando su labor en el asentamiento de refugiados de Palabek con grandes retos; por ejemplo, la presencia de muchas lenguas autóctonas, la falta de libros litúrgicos y Biblias en los idiomas nativos y la falta de registros para los católicos en el asentamiento.

La llegada constante de nuevos refugiados que huyen de Sudán del Sur y el movimiento continuo de personas dentro del asentamiento en busca de seguridad y mejores condiciones de vida también dificulta la labor de los nuevos catequistas. “Es cierto que los refugiados, los migrantes y las personas en movimiento se enfrentan a más desafíos que quienes viven en condiciones estables. La guerra los dispersa, los hiere moral y espiritualmente, dejándolos quebrantados en espíritu”, comenta el misionero salesiano.

Los misioneros salesianos son las únicas personas externas que viven en el asentamiento junto a los refugiados. El resto de ONG e instituciones trabaja dentro del campo de lunes a viernes de 9 a 16 horas. “De los más de 60.000 refugiados que hay en la actualidad, al menos 40.000 son católicos, aunque ahora no sean practicantes”, destaca Arasu. Los Salesianos, a través de más de una decena de capillas, 4 escuelas infantiles y una escuela técnica, “estamos en contacto constante con más de 2.000 personas, mientras que otras 500 asisten ocasionalmente a la Iglesia. Sin embargo, la mayoría desea recibir el bautismo y quieren ser católicos”, finaliza el capellán del asentamiento de refugiados de Palabek.

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