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Ver todas las noticiasManuel Ballester, un voluntario vocacional en el país más joven del mundo: Sudán del Sur
El joven alicantino Manuel Ballester creía que su destino como voluntario estaba unido a Palestina, donde ya estuvo un tiempo. Amante de la cultura de Oriente Medio, todo cambió cuando realizó el máster de Cooperación Internacional. Allí descubrió África y cumplió su sueño de conocerla. Lo hizo viajando al país más joven del mundo, y también uno de los más convulsos, Sudán del Sur, como voluntario de MISIONES SALESIANAS. El mes pasado regresó a Sudán del Sur, pero ahora como cooperante con un proyecto de nuestra ONG Jóvenes y Desarrollo financiado por la Comunidad Valenciana.
La vida de Manuel Ballester cambió para siempre el 19 de septiembre del año pasado. Ese día llegó a Juba, la capital de Sudán del Sur, como voluntario de MISIONES SALESIANAS. Había cumplido el sueño que se propuso de ir a África.
Pero la vocación de voluntario a Manuel le viene de lejos: conoce a los Salesianos desde pequeño y tomó la Primera Comunión en la comunidad de El Campello (Alicante). Estudió Trabajo Social y Educación Social y realizó un máster de Integración Social. Fue voluntario en Palestina con Cáritas y cuando regresó tenía claro a qué quería dedicarse y decidió realizar el máster en Cooperación Internacional. “Mi pasión siempre ha sido Palestina y Oriente Medio, pero un profesor del máster me descubrió África, donde siempre decía que tenemos que ser actores secundarios. Hace un año le dije que quería trabajar con niños soldado. Investigué, y él me dijo que los Salesianos eran de los pocos que lo hacían”, explica Manuel.
Sin embargo, la providencia le tenía reservadas más sorpresas: “Cuando quise apuntarme al Voluntariado Misionero Salesiano acaba de terminar el plazo. Sin embargo, me admitieron y el destino previsto inicialmente era el asentamiento de refugiados de Palabek, en el norte de Uganda, pero esto también cambió por el gran volumen de trabajo que tenían allí los misioneros salesianos. Al final surgió la posibilidad de Sudán del Sur… el país más joven del mundo, de los más pobres, en guerra… y fue una decisión correcta”, asegura.
“Muchos desplazados llevan en el asentamiento 13 años, desde que comenzó la guerra”
Durante tres meses ayudó en la Oficina de Proyectos de Desarrollo en la obra salesiana de Gumbo, donde hay un gran campo de desplazados internos por el conflicto: “No salí mucho del recinto por la inseguridad de la zona. Mi trabajo se basaba en el apoyo a la oficina de proyectos que tienen allí los Salesianos. Conocí a muchos salesianos que estaban de paso y
desarrollé muchas propuestas para salesianos y donantes de todo el mundo: Corea, oficina salesiana en Alemania, Don Bosco Tech, New Rochelle…”
Manuel explica así todo lo que le rodeaba: “Los Salesianos tienen un campo de desplazados internos. Tuvieron que huir por la guerra, pero no cruzaron una frontera. Sobre todo, son desplazados del centro del país y muchos llevan viviendo en el asentamiento 13 años, desde que comenzó la guerra. El problema es cómo reubicar y como acompañar a estas personas para que puedan regresar a sus casas”.
En la actualidad, en el asentamiento “sigue viviendo entre 6.000 y 8.000 personas. Hablamos de 700 u 800 familias. El recinto tiene un kilómetro cuadrado de extensión y en él hay dos casas para las dos comunidades salesianas, un comedor, una escuela de Primaria, una de Secundaria, la de Formación Profesional, una clínica llevada por otras dos comunidades de hermanas salesianas, la iglesia y la casa de los voluntarios y profesores de la escuela”, comenta el joven alicantino.
Entre todos los centros educativos del asentamiento los misioneros salesianos atienden allí a casi 3.000 alumnos, “pero al día pasan por el recinto salesiano alrededor de 6.000 personas: vienen jóvenes de las comunidades locales a hacer deporte, es un lugar de paso seguro para mujeres al mercado, hombres, taxistas… porque la escuela salesiana está abierta no sólo a los desplazados, sino también a las comunidades locales”, cuenta Manuel.
“Por el recinto salesiano pasan al día alrededor de 6.000 personas porque es un paso seguro”
Si algo identifica la educación salesiana es la importancia del patio y de las actividades de ocio y tiempo libre, y Manuel lo corrobora también en Sudán del Sur. “Los menores, al acabar la escuela, tienen campos deportivos para jugar. Ahora el baloncesto está en auge por el partido entre Sudán del Sur y Estados Unidos en los pasados Juegos Olímpicos. También hay oratorios, y a las cinco de la tarde se reza el rosario. Tanto las misas de la tarde como las de los fines de semana están llenas de jóvenes”.
Una de las cosas que recuerda con más cariño de su etapa como voluntario es “que todos los domingos visitábamos las comunidades saliendo de la capital. Eran experiencias increíbles porque vas de la mano de los salesianos a poblaciones más pequeñas y donde las misas duraban tres horas o tres horas y media…”.
Si le preguntas si animaría a otras personas a realizar un voluntariado misionero salesiano lo tiene claro: “Sin ninguna duda. Te cambiará la vida y los Salesianos y MISIONES SALESIANAS cuidarán de ti”.
Desde hace unas semanas, Manuel ha vuelto a Sudán del Sur, pero esta vez lo ha hecho como cooperante, junto a nuestra ONG Jóvenes y Desarrollo con un proyecto de la Comunidad Valenciana sobre seguridad alimentaria, género y paz, que se desarrollará en las comunidades de Tonj, Wau y Maridi. “Estoy muy ilusionado porque el proyecto contiene fortalecimiento de capacidades de estas comunidades, de su sistema de agricultura para salir adelante, así como iniciativas de igualdad de género y de paz”.