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16 abril, 2024

Día Mundial contra la Esclavitud Infantil. La lacra del siglo XXI que sufren más de 9 millones de menores

Son mano de obra barata y sumisa; fácilmente reemplazables, que requieren poco gasto en comida, nada en sueldo y que al no conocer sus derechos no protestan: son los menores esclavos. Más de 160 millones de niños y niñas trabajan en el mundo. De ellos, casi la mitad lo hacen en trabajos peligrosos que ponen en riesgo sus vidas, y en pleno siglo XXI, al menos nueve millones de esos menores son esclavos, según Naciones Unidas: son niños y niñas obligados a trabajar sin apenas descansos ni poder estudiar, explotados sexualmente, traficados, obligados a casarse o reclutados como soldados. Hoy se conmemora el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil y queremos romper esas cadenas que les impiden tener un futuro lleno de oportunidades.

La esclavitud fue abolida hace más de 200 años, pero existe en pleno siglo XXI. La sufren al menos nueve millones de niños y niñas que trabajan en el servicio doméstico, cargando mercancías en los puertos, en las minas, en las fábricas, en explotaciones agrícolas, en los conflictos armados, en las lacras del tráfico de menores y la prostitución, en los matrimonios infantiles y en los menores obligados a mendigar.

Menores obligados a trabajar muchas horas, con poco descanso y sin posibilidad de ir a la escuela. Todos reciben malos tratos y muchos son traficados y sometidos a abusos sexuales. No conocen sus derechos y, junto a sus familias, a través del engaño acabaron en condiciones de esclavitud y sin infancia.

El padre de Mariatzu la vendió por 15 euros en Togo para zanjar una deuda. Estuvo tres años encerrada en una casa como empleada doméstica y sin días de descanso hasta que pudo escapar y los misioneros salesianos la encontraron escondida en un mercado. Victoria se quedó huérfana durante el ébola en Sierra Leona y recurrió a la prostitución para poder vivir. Un hombre la explotaba sexualmente y tenía que pagarle el alquiler y una parte de lo que conseguía. Los Salesianos la rescataron de la calle y aprendió el oficio de peluquería. A Manuel lo reclutaron de niño para combatir con la guerrilla en Colombia y allí vio como mataban a su hermano por no obedecer a los mandos. Pudo escapar y rehacer su vida gracias a los programas salesianos de reinserción.

La pobreza y los malos tratos son causas y a la vez consecuencias de la esclavitud infantil

En el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil que se conmemora hoy, los misioneros salesianos queremos seguir dando visibilidad a estos niños y niñas a los que intentamos ayudar en África, en Asia y en América. El objetivo es claro: que exista el compromiso político y social para acabar con el trabajo infantil, la esclavitud del siglo XXI.

Las consecuencias para los más de 160 millones de menores en el mundo que trabajan son muchas, pero la principal es la pérdida de la infancia y las dificultades para desarrollarse. Viven alejados de sus familias, no reciben educación ni tienen acceso a la salud. No tienen tiempo para jugar y apenas descansan.

Los misioneros salesianos trabajamos junto a las administraciones para sensibilizar a las familias y a los patronos con los derechos de los menores. A través de centros de acogida para que los niños y niñas se sientan seguros, creamos un ambiente propicio de vida mientras buscamos a sus familias para su reintegración. En 70 países los Salesianos tenemos programas para combatir la explotación infantil y que los niños y niñas tengan otro futuro y sean protagonistas de sus vidas.

La herramienta más importante para romper las cadenas de la esclavitud infantil es la educación. Que los menores conozcan sus derechos y tenga una oportunidad de formarse y aprender les permitirá cambiar su futuro sin perder su infancia.

El Museo Misiones Salesianas (calle Lisboa, 4, en Madrid) acoge hasta el 30 de noviembre el proyecto documental Niños esclavos. La puerta de atrás. La exposición fotográfica y el corto documental de la periodista Ana Palacios, junto al espacio UBUNTU: soñamos un mundo así, reflexiona sobre los Derechos de la Infancia a través del juego, la música y los cuentos tradicionales africanos.

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