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12 febrero, 2025

Día contra la Utilización de Menores Soldado. “Vi y tuve que hacer cosas con la guerrilla que no quería”

El Día contra la Utilización de Menores Soldado, que se conmemora hoy, 12 de febrero, fue adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en mayo de 2000 y ha sido ratificado por 168 estados miembros de la ONU. En la actualidad hay alrededor de 300.000 niños y niñas soldado en el mundo en una veintena de conflictos. En muchos países donde trabajamos les ofrecemos acompañamiento y ayuda para superar los traumas y educación para su reintegración familiar y social. Gracias a la educación, han disfrutado de una segunda oportunidad en la vida con las herramientas necesarias para convertirse en profesionales y vivir con autonomía.

En el mundo hay decenas de miles de niños y niñas que participan en guerras en la actualidad. La ONU cifra en alrededor de 300.000 los menores reclutados en la actualidad en conflictos armados. Las armas son sus juguetes y el objetivo de los misioneros salesianos  es cambiar pistolas por librosdevolverles la infancia y educarlos en una cultura de paz.

Los niños y niñas soldado se han convertido, por desgracia, en uno de los negocios más rentables de la guerra, ya que sus cualidades y capacidades otorgan ventaja siempre al bando que los recluta porque aprenden muy rápido, obedecen sin protestar, son muy leales a los mandos, realizan las labores más peligrosas con fanatismo y sin analizar los riesgos, no comen demasiado y son fácilmente reemplazables.

Uno ejemplo de esta situación lo representa Camila, que entró a formar parte de una de las guerrillas en Colombia a los 14 años, las FARC. “Teníamos muchos problemas familiares y decidí meterme en la guerrilla. Sé que le hice mucho daño a mi madre, pero acepté las consecuencias”, recuerda. La joven, que se quedó sin padre cuando tenía 9 años y que tiene cinco hermanos más, vivió enfrentamientos con el ejército, con los paramilitares y con el ELN. “Casi me matan. Una bomba cayó a 15 metros de mí y estuve dos semanas inmovilizada. Tengo una cicatriz en la espalda desde entonces. Me han disparado y yo también lo he hecho… pero hay cosas de las que me he arrepentido casi al momento”, explica la joven.

A Camila le dieron una pistola sin saber disparar, y más tarde tuvo su fusil, casi más grande que ella

“Pensaba que era un orgullo combatir porque era estar del lado del pueblo y protegerlo, pero no era así. Vi muchas cosas y tuve que hacer otras con la guerrilla que desde fuera no se ven ni se saben y que no quería”, explica Camila. “Me intentaron violar varias veces porque era la única mujer, pero gracias a Dios me protegieron”. Le dieron una pistola, aunque no sabía disparar, y más tarde tuvo su fusil, que casi era más grande que ella. Su trabajo en la montaña “consistía en cocinar, hacer guardias y avanzadas de 12 y 24 horas casi sin descanso. Hacía misiones que consistían en amenazar, cobrar extorsiones… era mi vida o la de otros”.

Camila se ganó la confianza de sus comandantes y la ascendieron a oficial con sólo 13 años. Gracias a esta confianza, pudo reencontrarse con su madre en la frontera con Venezuela y ella le pidió que escapara. En ese momento tenía 57 soldados a su cargo. Semanas después, tuvieron un combate con el ejército. Murieron varios soldados y tuvo que huir y esconderse en las montañas.

Durante meses supo que la buscaban y tuvo que ir cambiando de escondite, hasta que le hablaron de que los Salesianos de Cali tenían el programa CAPRE (Casa de Protección Especial) para menores desvinculados del conflicto armado. “Recuerdo que llegué muy rebelde y sólo pensando en mi protección. No quería nada de nadie, pero poco a poco me ganaron y cambiaron mi vida”.

Los Salesianos son la única institución en Colombia que mantiene el programa de atención completa a los menores desvinculados del conflicto armado en régimen de acogida hasta que cumplen la mayoría de edad. Tanto en Cali como en Medellín ofrecen a los y a las menores seguridad, atención psicológica, alimentación, salud y educación.

Decidió volver a estudiar y su sueño es ir a la universidad y comprarle una casa a su madre

La joven se animó a volver a estudiar en la Casa de Don Bosco y recibió apoyo por parte de los Salesianos para satisfacer las necesidades básicas (alimentación, vestido, alojamiento, seguridad, educación, acompañamiento psicosocial, inserción social y laboral). Trabajó por la superación de los traumas de la guerra y así mejoró su comportamiento…

“Llegué a graduarme de bachiller y me falta la universidad, porque mi sueño es ser ingeniera industrial. Ahora me siento muy bien y sé lo que quiero. Me gustaría viajar y poder trabajar en Brasil, en Canadá o en España, pero sobre todo quiero comprarle una casa a mi madre y sé que si empiezo a trabajar lo conseguiré”, comenta ilusionada Camila. “No he podido estar con ella en las últimas Navidades, así que es lo que más deseo en el mundo”, finaliza.

Nuestro documental Alto el fuego (2017) refleja la situación de varios menores que fueron reclutados por la FARC en Colombia y que huyeron de la violencia para formar parte de uno de los programas psicosociales salesianos de Ciudad Don Bosco-Medellín, Construyendo sueños, donde empezaron una nueva vida. El cortometraje cuenta sus historias de superación y, sobre todo, de esperanza, con una apuesta decidida por la educación y por la paz.

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