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18 agosto, 2021

Las oportunidades del Centro Don Bosco para los menores en situación de calle en Ruanda

En la ciudad de Butare, al sur de Ruanda, los misioneros salesianos comenzaron la obra del Centro Don Bosco en 1996, dos años después del terrible genocidio de 800.000 personas. Una parroquia, un oratorio y un gran centro de formación profesional componen la casa salesiana, que sigue en expansión. En ella, 120 menores necesitados que vivían en la calle y a los que se les ofrece hospedaje y la posibilidad de cambiar de vida cobran cada día más protagonismo.

La situación de los niños de la calle se caracteriza por una alta incertidumbre y una continua violación de sus derechos. Desde el derecho a la educación hasta los derechos a la salud, a la protección, a la alimentación y al de vivir con sus padres son vulnerados. Todos han abandonado la escuela o nunca han ido a ella, y a menudo tienen un trabajo difícil y mal remunerado. Además, la mayoría padece desnutrición y otras enfermedades como disentería, malaria y sarna.

En toda Ruanda se calcula que hay alrededor de 7.000 niños en situación de calle. La pandemia, con la consiguiente crisis económica, ha ocasionado un aumento de estos menores. En la calle también sufren la falta de descanso. Duermen pocas horas al día y lo hacen cobijados con un cartón y ojo abierto por miedo a los robos y a la violencia. Muchos, además, corren el peligro de acabar consumiendo drogas para tratar de olvidar sus problemas.

Kande, de 16 años, es un menor que llegó a la casa salesiana para pedir un trozo de pan. Empezó a vivir en la calle cuando tenía 10 años. “La vida era dura. A veces la policía venía a arrestarnos y nos llevaba al centro de rehabilitación. Nos quedábamos allí unos cinco meses y luego volvíamos a la calle y teníamos que luchar por encontrar al menos un lugar para dormir”. Dakarai también mendigaba en la calle después de que su madre mató a su padre. “Seguí viviendo en la calle durante 13 años, pero ahora he tenido la oportunidad de estudiar mecánica gracias a los salesianos”.

“Vienen de la calle pidiendo comida pero muchos consiguen dejarla y aprender un oficio”

“Ofrecemos útiles escolares y uniformes, pero el problema es la comida. Algunos, de hecho, viven completamente en la calle, otros reciben comida en las familias de acogida; otros comen sólo por la noche donde estudian para cursos técnicos”, asegura el misionero salesiano Remy Nsengiyumva.

Los misioneros salesianos y voluntarios de la parroquia se están organizando para crear un pequeño comedor y cocinar al mediodía para ellos. Todavía no hay un proyecto real, aunque ya tiene un nombre, Ejo heza (Un mañana mejor). Es una iniciativa que partió cuando al comienzo de la pandemia en Ruanda, en la primavera de 2020, los niños de la calle comenzaron a llamar a la puerta de la parroquia. “Como sus compañeros han sido tratados bien, cada vez vienen más. Por eso pedimos a todos los que puedan que nos ayuden”, explica el misionero salesiano.

Para sacarlos de esta vida desesperada, los Salesianos les ofrecen amabilidad, comida y la posibilidad de volver a la escuela. Fue en 2016 cuando se puso en marcha este proyecto para los niños de la calle en la parroquia San Juan Bosco en Rango, aunque en todo el país atendemos a cientos de menores en situación de calle.

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