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9 julio, 2020

Ayuda humanitaria en Perú para jóvenes migrantes venezolanos sin recursos

La crisis económica y social que empezó a sufrir Venezuela en 2016 desembocó en que cientos de miles de ciudadanos huyeron del país para poder sobrevivir. Perú se convirtió en uno de los destinos que más venezolanos acogió, con una cifra cercana a las 900.000 personas. Viendo la gran necesidad que había, decidimos destinar una antigua casa de formación ubicada en el distrito de Magdalena del Mar para atenderlos.

La mayoría son jóvenes de entre 18 y 25 años. Muchos de ellos llegaron caminando, solos, sin conocer a nadie, con historias de sufrimiento y con las manos vacías, aunque con la esperanza de lograr un futuro mejor. Pero la pandemia del coronavirus ha empeorado aún más la situación. Ni pueden conseguir trabajo ni pueden regresar a su país.

Desde el 24 de agosto de 2018 existe en Magdalena del Mar la Casa Don Bosco: proyecto para jóvenes migrantes y refugiados. Desde ese momento, diversas instituciones y ambientes salesianos, entre ellos Misiones Salesianas, participan en la ayuda a los jóvenes migrantes. La iniciativa surgió del salesiano José Valdivia, actual responsable, y con la ayuda de la Fundación Don Bosco en Perú.

La obra salesiana en Perú alberga a jóvenes varones migrantes y refugiados venezolanos que presentan una situación de pobreza extrema: carecen de posibilidades económicas para vivir, se encuentren solos y sin alojamiento. A cambio, tienen la disposición de vivir bajo reglas básicas de conducta, convivencia y apoyo mutuo.

La Casa Don Bosco les ofrece acompañamiento y oportunidades para recuperar la autoestima

La casa salesiana les brinda la oportunidad de vivir en un clima de familia favoreciendo su crecimiento personal y el desarrollo humano. Practican la convivencia y el respeto, reciben una alimentación sana, tienen espacios para dormir y llevan una vida saludable.

Asimismo, los jóvenes tienen la posibilidad de culminar su educación secundaria o estudiar una carrera técnica. Uno de los objetivos es que logren su estabilidad personal, y para ello se les orienta y apoya en su inserción en el mundo laboral.

Un equipo de atención formado por un psicólogo y dos educadores realiza el acompañamiento continuo a los jóvenes. Además, durante estos meses de pandemia de coronavirus también ofrecen su solidaridad para repartir comida entre los más desfavorecidos.

En la Casa Don Bosco para migrantes y refugiados hemos atendido a cerca de 250 jóvenes desde su creación hace casi dos años. La oportunidad de mejorar su calidad de vida y brindarles un presente y un futuro mejores son los objetivos. Gracias a la suma de personas e instituciones solidarias comprometidas con el proyecto, podemos ayudar a más jóvenes que esperan una oportunidad porque carecen de recursos.

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