Noticias
Ver todas las noticiasEmergencia Ucrania. Marina con su gato y Sofía con sus hijos, dos amigas de Kiev reunidas en Cracovia
La guerra de Ucrania continúa trasladando imágenes de desolación y horror entremezcladas con las de solidaridad dentro y fuera del país invadido. Más de 13 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares y casi 5,5 millones se han convertido en refugiadas en otros países europeos. La emergencia continúa, y por eso los Salesianos acogen y atienden a la población desplazada desde el primer día ofreciéndole condiciones de vida digna para las mujeres que llegan acompañadas con sus hijos pequeños y también con sus mascotas.
Marina adoptó a Bercik, su gato, cuando lo encontró perdido en una peregrinación al monasterio carmelita de Berdichiv, en Ucrania. Lo llamó con el diminutivo del monasterio y desde entonces no se ha separado de él. Cuando empezó la guerra emprendió el viaje desde Kiev para ponerse a salvo con su gato en brazos.
En Kiev Marina trabajaba con los Franciscanos y cocinaba para 95 personas cada día. “También colaboraba en la catedral de la capital y conocía al obispo salesiano de Kiev, monseñor Vitaliy Krivitskiy”, recuerda. La guerra empeoró mucho las cosas: “Las ventanas se cerraron y taparon, no había luz, ni agua y cuando los tanques ucranianos pasaban cerca parecía un terremoto”.
“El 10 de marzo pude ir a 5 minutos a recoger algo de ropa y de ahí a la estación de trenes. Vivía en un edificio de 17 plantas y todas las ventanas tenían los cristales rotos. La vida era muy estresante por las alarmas y era imposible cruzar el río de la ciudad porque tu vida corría peligro. Después de un viaje muy largo estuvimos 17 horas para cruzar la frontera”, explica Marina.
Los Salesianos en Cracovia acogen a medio centenar de personas refugiadas ucranianas
Sofía y sus tres hijos, Oleh de 16 años, Pablo de 13 y Stanislao de 7, salieron de Kiev el 17 de marzo. Ella colaboraba con la Iglesia en Radio María y también conocía al obispo de la capital ucraniana. “El 15 de marzo hubo una explosión muy grande y mi marido nos dijo que saliéramos del país”, cuenta. “Ya no se podía comprar nada en las tiendas, ni sacar dinero de los bancos… Dos días después salimos de Kiev. Viajamos a Lviv en tren y después a Cracovia en autobús”, explica.
Marina y su amiga Sofía se reunieron en el Seminario Salesiano de Cracovia. “Nos hablaron de este lugar para acoger a las familias ucranianas. Hablamos con el padre Marcin y nos recibieron muy bien. Somos una gran familia las 50 personas que estamos aquí. Tenemos nuestros momentos de oración y de convivencia y los niños pueden jugar”, asegura Sofía.
“Tenemos miedo por Kiev, porque muchas personas siguen saliendo de la ciudad y se escuchan las atrocidades cometidas en las ciudades cercanas, así que sólo podemos perdonar a Rusia por lo que está haciendo y agradecer a Polonia su ayuda”, relata emocionada Marina.
Lo que ambas tienen claro es la esperanza: “Cuando termine la guerra vamos a volver a nuestra casa, pero de momento pensamos en el hoy, no en el mañana”, finaliza Sofía.