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7 septiembre, 2017

Mariatu y Esther, dos historias de superación y supervivencia en Sierra Leona

Mariatu y Esther sólo se tienen la una a la otra. Son dos de los supervivientes de los deslizamientos que tuvieron lugar en Freetown hace algo menos de un mes. Sierra Leona sigue llorando a sus muertos, más de 1.000. Y hay que añadir los más de 6.000 personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares.

Mariatu tiene 18 años y llegó llorando desconsoladamente al centro Don Bosco Fambul de Sierra Leona con su pequeña sobrina en brazos, Esther. Ambas perdieron a toda su familia. Esther, de 2 años, esa noche no quiso quedarse a dormir con sus padres. Quería estar con Mariatu, incluso madrugó y se fue a trabajar con ella. Salieron a las 5,30 de casa. La avalancha de barro y agua que truncó sus vidas llegó a las seis. Hoy han pasado quince días desde que Mariatu y Esther llegaron al centro Don Bosco. Hoy ambas han vuelto a sonreír y la pequeña Esther vuelve a jugar despreocupada por el patio.

Ya han pasado más de 20 días desde los deslizamientos y lluvias que acabaron con la vida de 1.200 personas y a más de 6.000 sin hogar. “Al día siguiente del suceso llegaron ya medio centenar de personas directamente del hospital. Llegaban con heridas, fracturas, golpes…”, explica el misionero salesiano, Jorge Crisafulli. Hoy, Don Bosco Fambul atiende a más de 200 personas: más de 13 menores de 18 años y 74 mujeres, algunas madres, algunas embarazadas. “El más joven: una bebé de un mes, que sobrevivió con su madre. El padre murió arrastrado por el lodo”, cuenta Crisafulli.

“Nuestra preocupación más grande es que la gente se sienta en casa, que se sientan bienvenidos, queridos, cuidados, escuchados. Hay que entender que en un instante perdieron todo, sus propiedades, sus seres queridos… En estos casos importa hacerse cercano, escuchar, consolar, dar esperanza, de que no todo está perdido, que hay que re-comenzar, ponerse de pie, reconstruir, volver a caminar con la mirada puesta en el futuro”

Más allá de cubrir necesidades básicas como alojamiento, comida, agua, ropa, higiene, cuidado de la salud… dentro de una semana comienzan las clases y la preocupación está en que todos los niños y niñas en edad escolar puedan volver a la escuela, que no se sientan discriminados. Además, en Don Bosco Fambul ya están pensando en qué ocurrirá cuando todas las personas acogidas tengan que dejar el centro. “Estamos preparando ya un “exit package” para ayudar durante los primeros días”, cuenta Crisafulli. “Y nos preocupan sobre todo los chicos que han quedado huérfanos y que perdieron todo. Aquí siempre tendremos un lugar para ellos”, añade.

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