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23 julio, 2024

El Centro Juan Bosco Obrero, referencia salesiana en la zona más pobre y violenta al sur de Bogotá (Colombia)

El Centro Juan Bosco Obrero se ha convertido, desde su fundación en 1994, en una referencia de esperanza en medio de la pobreza y la violencia que afectan a Ciudad Bolívar, al sur de la capital de Colombia, ofreciendo oportunidades educativas, una cultura de paz y un refugio seguro para sus residentes. Los Salesianos han convertido la zona en un espacio de convivencia y formación humana y educativa, y en el centro no sólo se imparte formación técnica, sino que también existe la enseñanza oficial de artes circenses.

La adquisición, a principios de los años 90 del pasado siglo, de 47.000 metros cuadrados supuso una apuesta inexistente hasta el momento para ofrecer a jóvenes y adultos en situación de alto riesgo social programas educativos, sociales y de promoción popular. El objetivo era vincularlos dignamente al mundo laboral y comprometerlos en la transformación de su propio entorno como “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, tal y como quería Don Bosco.

Juan Bosco Obrero surgió como un faro de esperanza para una comunidad que continúa creciendo a día de hoy en las laderas de las montañas, formada por miles de jóvenes y madres con escasos recursos y, últimamente, también por miles de personas llegadas de Venezuela en busca de oportunidades de una vida mejor. A todos ellos, el centro salesiano les ofrece una vía para escapar de la pobreza gracias a la educación y a la formación, y mantenerse al margen de la violencia con cursos específicos, formación en valores y ayuda materiales.

En 1994, cuando se colocó la primera piedra de esta obra, Ciudad Bolívar ya destacaba como una de las áreas más desfavorecidas del sur de Bogotá. Los asentamientos se habían expandido, acogiendo a miles de personas que también sobrevivían a la violencia interna. Este fenómeno persiste hoy en día, con nuevos asentamientos de migrantes apareciendo constantemente en las zonas más altas en las denominadas “invasiones”.

Las viviendas, construidas por los propios residentes, son precarias y construidas con plásticos, tablas, muy poco metal y materiales reciclados. En muchas ocasiones estas personas sufren situaciones de violencia y abuso al tener que pagar por un terreno que ni tan siquiera es de la persona que se lo alquila.

Una estatua de María Auxiliadora observa las viviendas que cubren los cerros de Ciudad Bolívar

Casi 900.000 personas viven en esta zona de la capital, en la que el 18% de los hogares no cubre las necesidades básicas de alimentación, servicios, vivienda y educación. Ciudad Bolívar es una de las áreas más peligrosas de Bogotá, con una alta inmigración venezolana y problemas graves como conflictos sociales y bandas armadas, algunas lideradas por adolescentes que luchan por el control de su territorio.

Los menores y los jóvenes se enfrentan a numerosos peligros, como el tráfico de drogas y el trabajo infantil, y en muchos casos, por la inseguridad y las distancias, resultan muy difícil que puedan desplazarse al centro salesiano. Por este motivo, son los propios monitores de tiempo libre y los trabajadores sociales los que se desplazan a diferentes zonas para realizar actividades sociorrecreativas con los menores.

En este contexto, el Centro Juan Bosco Obrero se sitúa como un punto clave de apoyo y alternativas educativas y pedagógicas a los jóvenes: tiene 13 programas de formación técnica, que incluyen mecánica automotriz, cocina e industrial, el centro promueve actividades deportivas y artísticas. Además, acoge a jóvenes migrantes y refugiados a través de la Casa de Acogida para Jóvenes Venezolanos (CAJOV), apoyando no sólo a los jóvenes en sus proyectos de vida, sino también a sus familias.

Asimismo, se brinda atención a 120 adultos y a 40 madres solteras con orientación personalizada, mientras que los sábados se organizan actividades recreativas en las calles para formar a los niños en valores.

La labor social y pastoral del Centro salesiano Juan Bosco Obrero se complementa con el Santuario del Divino Niño, donde además de recibir diariamente peregrinaciones desde todos los países de América, ofrece programas de atención, formación y emprendimiento a madres solteras con pocos recursos.

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