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Ver todas las noticiasGabriel y María, jóvenes achuar en la misión de Wasakentsa (Ecuador) comprometidos con su cultura
Los misioneros salesianos llegaron a la Amazonía ecuatoriana hace más de un siglo. Vivieron con los pueblos originarios, aprendieron su lengua, su cultura y sus tradiciones y los ayudaron a preservarlas. En todo este tiempo han velado siempre por los Derechos Humanos y han contribuido a su desarrollo con la educación y la salud. Los shuar y los achuar pidieron a los misioneros salesianos en 1988 constituir una misión para tener un colegio y un internado. Así nació Wasakentsa, una misión educativa en territorio achuar
A Wasakentsa sólo se puede llegar en avioneta, tras un viaje de 40 minutos desde Macas, la ciudad más cercana, y tras atravesar la cordillera del Cucutú. Una vez allí, horas de caminata, y a veces días, es lo que separa a unas comunidades originarias de otras en un lugar en el que las fronteras terrestres entre Perú y Ecuador no existen ni para los achuar ni para los shuar.
Los misioneros salesianos trabajan en Wasakentsa desde 1988. “Los achuar son un pueblo guerrero, pero querían tener una misión educativa en su territorio y nos pidieron estar con ellos compartiendo la alegría del Evangelio”, asegura Agustín Togo, misionero salesiano de origen indonesio y director de la comunidad.
Durante un año la comunidad indígena desbrozó a golpe de machete la selva para tener una pista de aterrizaje. También ayudaron a construir una escuela y un internado para chicos y otro para chicas, en la que también participan las misioneras salesianas. En total, cien alumnos de 20 comunidades diferentes. Gabriel y María son dos jóvenes achuar que viven internos en la misión para poder estudiar. “Soy de la comunidad de Wachirpas, que está a seis horas de caminata más otras dos en peke peke (barca), por eso estoy interno aquí, para poder estudiar”, cuenta Gabriel Etsá de 17 años.
“En mi comunidad viven 50 familias y somos unas 240 personas. Yo tengo 10 hermanos y mi padre es diácono permanente. Sólo voy a mi casa tres veces al año”, explica Gabriel. María Chapuí, por su parte, tiene 16 años y es de la comunidad de Sapapensa. “Estudié en Quito y conocí a los Salesianos. Soy la mayor de ocho hermanos y mi padre estudió en Wasakentsa, así que por eso vine aquí”.
La misión de Wasakentsa ayuda a formarse a los jóvenes cuidando su cultura y tradiciones
Los dos jóvenes coinciden en su futuro: “Queremos vivir en nuestra comunidad, pero también cumplir nuestros sueños”. Gabriel quiere ser “licenciado y luego chófer de líneas de viaje”, mientras que a María le gustaría ser “militar y enfermera”. Ambos también quieren preservar sus tradiciones. “Hablamos achuar y aprendimos después el español, nos gusta que nos visiten y nos conozcan y seguimos pintándonos la cara”, comenta Gabriel, mientras que María puntualiza que “vimos que nuestros abuelos se pintaban y seguimos la tradición. En la frente es la marca de la boa y en los pómulos el camino”.
En Wasakentsa, tanto los chicos como las chicas comparten actividades de cuidado de la naturaleza, realizan tareas comunes de limpieza, deportes, tienen actividades lúdicas… “Llevo dos años aquí y me queda otro para graduarme. Un hermano mío lleva un año aquí. Estamos muy a gusto, tenemos amigos, jugamos al fútbol, nos bañamos en el río y nos gusta escuchar la palabra de Dios porque nos ayuda para estudiar y aprendemos muchas cosas”, enumera Gabriel.
Sobre esta realidad de los pueblos originarios, la cultura y las tradiciones, el Museo Misiones Salesianas acoge desde el pasado día 3 y hasta el 31 de marzo la muestra Amazonía: narrativas desde los territorios. La exposición pretende ser una experiencia sensorial que invita a la reflexión sobre la Madre Tierra y las culturas originarias con fotografías de Edu León y cedidas por el Archivo Histórico Salesiano de Ecuador, vídeos, y piezas etnográficas propias.
