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12 febrero, 2021

Historias de esperanza. Niños reclutados para participar en una guerra son ahora jóvenes embajadores de la paz

El reclutamiento de niños y niñas para su utilización en los conflictos armados es una de las situaciones más graves de abuso y explotación infantil. Hoy se conmemora el Día Internacional contra el Uso de Menores Soldado, y entre 250.000 y 300.000 niños y niñas participan en la actualidad en algún conflicto en el mundo. Gracias a la educación, muchos de ellos han tenido una segunda oportunidad en la vida, se han acercado de nuevo a sus familias y han podido reintegrarse en la sociedad y tener las herramientas necesarias para convertirse en profesionales que pueden vivir con autonomía.

Catalina, Manuel, Claudia y Sandra son cuatro jóvenes reclutados por las FARC, en Colombia, cuando eran menores de edad. Lograron escapar de la selva y formaron parte de uno de los programas psicosociales de Ciudad Don Bosco-Medellín (Colombia), donde empezaron una nueva vida. Allí cambiaron las armas por la escuela, aprendieron un oficio y lograron reintegrarse en la sociedad a través de la pedagogía salesiana de la confianza, de la esperanza y de la alianza.

Nuestro documental Alto el fuego (2017) cuenta sus historias de superación y esperanza, de recuperación de la infancia perdida en la selva y de su apuesta por la paz y la educación. A todos ellos les cambió la vida. “Viajamos a Europa, dimos nuestro testimonio en las instituciones europeas y nos creímos que la paz era posible si empezaba por nosotros mismos”, comenta Catalina.

Estos jóvenes se convirtieron en embajadores de la paz y en modelos para el resto de menores del programa Construyendo sueños en Ciudad Don Bosco. Todos continuaron sus estudios y empezaron a cumplir sus sueños: “Me gradué en Enfermería”, recuerdan Claudia y Catalina, mientras que Manuel lo hizo en Artes Gráficas y Sandra en Administración de Salud.

La pedagogía salesiana contribuye a que los menores superen sus traumas y recuperen la autoestima

Más de 2.000 menores desvinculados de los grupos armados en Colombia han pasado por el programa Construyendo sueños de Ciudad Don Bosco en su más de 20 años de vida. El 75% logra completar el programa, continuar con sus estudios y reintegrarse en la sociedad.

Sin embargo, el conflicto continúa vivo en Colombia y los menores siguen siendo objeto de reclutamiento a pesar de la firma del acuerdo de paz. También la pandemia ha afectado al centro y “no sólo la cuarentena obligatoria afectó al programa, sino también un episodio de contagios que obligó al confinamiento de todos los participantes”, señala un responsable del programa. Por desgracia, añade, “mientras la droga continúe seguirá la guerra, y si sigue la guerra también lo hará el reclutamiento de menores”.

Sandra encontró apoyo en Europa para continuar estudiando. “He cumplido mi sueño de vivir en Alemania y estoy estudiando el idioma para poder quedarme. Cuido niños y cuando a las familias les hablé de mi pasado se sintieron orgullosas de mí y me ayudaron mucho”.

Niños reclutados para participar en una guerra son ahora jóvenes embajadores de la paz

Están agradecidos por la oportunidad que recibieron y tienen esperanza en que la paz sea una realidad

Catalina se siente “feliz”, sobre todo después de haber superado el coronavirus: “Me dio fuerte, pero ya estoy bien y ahora en mi trabajo atiendo a otros pacientes que lo sufren”. Su amor por la medicina viene de lejos: “Trabajé en una residencia de ancianos y decidí cuidar a los salesianos mayores para devolverles el amor y la oportunidad que me dieron. He ahorrado dinero para mi familia y sigo con mi sueño de tener una casa grande. Ojalá que pueda viajar a Europa y estudiar Medicina”.

Manuel es el que más cambios ha experimentado: “Dejé mi trabajo en Ciudad Don Bosco durante el confinamiento y me vine al campo para recordar viejos tiempos. Aquí hay más libertad y menos peligros de contagios. Además, voy a ser padre en julio y quiero dedicarle todo el tiempo a mi hijo”.

Claudia también recibió una beca de Misiones Salesianas para continuar con sus estudios en Colombia: terminó el Bachillerato, se graduó en Artes Gráficas y estudió Enfermería. Continúa colaborando con los Salesianos y se siente muy agradecida por el cambio que dio su vida gracias a Alto el fuego. “Me veo reflejada en los niños que atiendo. Se les ve la ilusión y con un saludo se ponen felices”. 

Desde el carisma salesiano continuamos favoreciendo los espacios para una reintegración sociofamiliar y laboral eficaz de estos niños, adolescentes y jóvenes. Ciudad Don Bosco en Medellín sigue su camino promocionando, restableciendo la dignidad y humanizando a las víctimas del conflicto armado.

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