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Ver todas las noticiasEmergencia Ucrania. El conflicto se recrudece con nuevos bombardeos y sus consecuencias ya son mundiales
Han pasado casi 250 días desde que comenzó la invasión de Rusia y el sufrimiento en Ucrania no se detiene. El conflicto ha vuelto a ser noticia destacada de los informativos por los continuos bombardeos con drones que está sufriendo la población civil de las principales ciudades del país. Millones de personas han vuelto a tener que utilizar los refugios y las estaciones de metro en Ucrania, y las que siguen lejos de sus hogares y de sus familiares en otros países sufren la incertidumbre de qué pasará en el futuro más inmediato. Sin embargo, siguen llegando testimonios de personas refugiadas cargados de esperanza, y el trabajo de los misioneros salesianos y de cientos de voluntarios tampoco tiene una tregua para llegar al mayor número de personas necesitadas.
La situación en muchas ciudades de Ucrania continúa siendo muy complicada por los bombardeos indiscriminados de los últimos días, pero la población sigue dando muestras de optimismo y de esperanza mientras se preparan para el duro invierno. La emergencia continúa y el compromiso salesiano también se mantiene activo con la población desplazada y refugiada. Este se desarrolla, como siempre, en varios frentes: captación de fondos, acogida, acompañamiento, adquisición de productos básicos de emergencia, escolarización de los menores, ayuda legal…
Los refugios de las casas y las estaciones de metro han vuelto a ser el paisaje habitual de la principales ciudades durante gran parte del día. A pesar del dolor y del sufrimiento de la población en los últimos días, “la población se mantiene muy unida, como si no tuviera miedo, confiada de la victoria y esperanzada en la paz”, comenta Nasthia desde Kiev.
Miles de víctimas civiles en Ucrania, más de 2.000 centros escolares destruidos por los bombardeos y cientos de miles de menores y jóvenes escolarizados en los países fronterizos, especialmente en Polonia. Estos son algunos datos de la invasión que comenzó hace casi ocho meses, el 24 de febrero.
“Seguimos llevando ayuda a los más necesitados. Los precios han subido mucho. En algunas zonas no hay abastecimiento ni combustible. Debemos empezar a pensar también en cómo afrontar el invierno sin que disminuya la ayuda”, comenta el padre Oleh Ladnyuk desde el este de Ucrania. “Aunque tengamos que improvisar rutas y cambiar los planes por los bombardeos, nuestra intención es seguir llegando a los que más nos necesitas”, asegura.
La prioridad salesiana continúa siendo la población desplazada en Ucrania y refugiada en otros países
Más de 6 millones de euros han sido destinados a la emergencia de la población refugiada y desplazada en estos meses. Sin embargo, los misioneros salesianos son conscientes de que “se necesitará una cantidad mucho mayor para la reconstrucción cuando la guerra termine. Por eso es importante mantener la ayuda”.
En cada encuentro con los menores refugiados en los países fronterizos con Ucrania, los misioneros salesianos continúan descubriendo la bondad humana. Un ejemplo de ello es el joven Dniesk, nacido en Kiev y que reside en Ceske Budejovice, en la República Checa. Para él, la huida y el traslado no fueron “un gran problema al inicio de la guerra, sólo un cambio de residencia por un corto tiempo… que se está alargando”. A pesar de tener a casi toda su familia en Ucrania, “defendiendo nuestro país y con mi padre y un tío ya heridos en los combates. Tengo claro de que todo irá bien”, asegura.
Otro testimonio de bondad y solidaridad es el de Kira. Una joven ucraniana refugiada en Eslovaquia, que colabora con los Salesianos de Bratislava como voluntaria e intérprete entre la población eslovaca y refugiada: “Quiero hacer algo bueno por las personas, por los niños, por los jóvenes, tal como lo hicieron por mí las personas de Polonia y Eslovaquia al salir de Ucrania”.
Las palabras de Kira, como las de tantos jóvenes, son el mejor testimonio de que el bien genera el bien, y del anhelo de la paz. Y que incluso cuando el horror de la guerra parece prevalecer, nada se pierde en los esfuerzos humanitarios hechos con amor y por amor.