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20 mayo, 2022

Emergencia Ucrania. Las personas desplazadas por la guerra combaten la rutina con solidaridad

El trabajo de los misioneros salesianos en la emergencia no se detiene, y mientras se espera que termine la guerra, la solidaridad salesiana mundial continúa trabajando por las necesidades de las víctimas del conflicto. Casi 80 días después del inicio de la guerra, la entrega de alimentos, medicamentos, ropa y otras necesidades básicas se realiza casi a diario en las zonas más afectadas de Ucrania, como Kharkiv, Dnipro, la región de Lugansk y Donetsk; y lo mismo ocurre con la atención a los refugiados que llegan a las casas salesianas de los países limítrofes.

La emergencia en Ucrania se está convirtiendo gradualmente en una rutina diaria para muchos ucranianos desplazados atendidos por los misioneros salesianos. Pensaban que la guerra terminaría pronto pero su número, tanto en Ucrania como en los países limítrofes, sigue aumentando. El shock inicial hace tiempo que ha dejado paso a otros sentimientos: resignación, enfado, frustración… y para muchos ha llegado el momento de dar un paso al frente y comenzar a buscar una actividad, tener un compromiso y llevar a cabo algún tipo de colaboración. Esta situación se da, sobre todo, en los más jóvenes.

Muchos jóvenes ucranianos colaboran con los salesianos de Bibrka -en el oeste de Ucrania, a pocos kilómetros de Lviv- que juntan leña para la calefacción. “En el último mes y medio, desde que recibimos a los desplazados de Kharkiv, Kiev y otras ciudades, hemos consumido mucha leña y ahora la seguimos necesitando para calentar la casa”, dice el salesianos polaco Józef Nutskovskyy.

 

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Los desplazados ucranianos, para no caer en el desánimo, colaboran en el día a día con los salesianos

“De esta forma, los ucranianos trabajan para sí mismos y para los demás: son los refugiados que cargan la leña”, añade con admiración el padre Roman Tsyganiuk, salesiano nacido en Ucrania. Los troncos cargados son luego llevados a la casa salesiana, donde siempre en un ambiente de colaboración son cortados en pedazos más pequeños para ser utilizados inmediatamente una parte y otra guardarlos para el próximo invierno con la esperanza de que para entonces la guerra sea sólo un feo recuerdo.

Ese es también el deseo de Wlodzimierz, un adolescente ucraniano de Zhytomyr, en la actualidad acogido en la obra salesiana de Varsovia. Hasta hace poco iba a la escuela, tenía amigos y viajaba, como hacen todos los jóvenes. Ahora, le dijo al padre Wojciech Akacjusz, tuvo que “viajar” a la fuerza por primera vez a Polonia, junto con su abuela y un hermano menor.

En Polonia, dice, “voy a la escuela, tengo varias buenas notas y estoy contento por eso. Nos pasamos los días jugando, hablando, viendo películas y leyendo libros”. Pero en el corazón hay deseos más profundos, de paz y de reencuentro con los seres queridos que se han quedado en Ucrania. “Quiero la paz para mi país de manera que podamos volver a casa sanos y salvos. ¡Espero que sea pronto y que pueda encontrarme con mis familiares!”. La madre de Wlodzimierz todavía está allí, se mudó a solo unos kilómetros de Zhytomyr y hablan todos los días.

Todas las personas que acogemos quieren volver a su casa, desean estar con sus seres queridos, sueñan con la vida que tenían antes de la guerra. ¡La guerra es la cosa más estúpida que pueden hacer los hombres, especialmente en nuestros tiempos!”, concluye el padre Akacjusz.

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