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21 diciembre, 2018

El cambio de vida de Mawufemor en Ashaiman (Ghana): “Antes no iba a la escuela y usaba ropa gastada”

Cuando Mawufemor, una adolescente de 14 años, llegó al Centro de Protección Infantil salesiano en Ashaiman, su apariencia y su salud eran desastrosas, y su formación también era mínima porque había dejado de ir a la escuela siete años antes. Al llegar a los Salesianos se sorprendió de la familiaridad y el cariño con los que la trataron, sin preguntarle ni culparle por su pasado. Desde el primer momento se dio cuenta de que su vida había cambiado y la esperanza volvió a ocupar el lugar central.

Mawufemor cuenta cómo “las dificultades de mi vida comenzaron después de la separación de mis padres. Mi madre me dejó al cuidado de mi padre, que me obligaba a ir con él a un pueblo cerca del lago Volta donde trabajaba como pescador y donde pasaba la mayoría del día sin nada que hacer”.

Primero tuvo que abandonar la escuela siendo una niña, luego tuvo que ayudar a su padre a vender el pescado y, finalmente, después de la muerte de su progenitor, terminó viviendo en una casa de pescadores. “Me levantaba al amanecer y me acostaba muy tarde por la noche. Mi vida se reducía a realizar las tareas domésticas y a vender pescado”.

La joven recuerda el abandono que sufría sin apenas darse cuenta porque todos los días eran iguales: “No iba a la escuela, usaba ropa gastada y muchas veces me iba a dormir sin cenar. Cuando mi padre adoptivo iba a pescar, me dejaba sola en casa sin comida y me regañaba e insultaba constantemente”.

Pero Mawufemor vio cómo vulneraban sus derechos más elementales: “También me acosaba y pasé muchos momentos de miedo. Estaba aterrorizada y nunca hablé con nadie sobre los abusos. Un día cometí el error de pedir ayuda a un vecino, pero cuando mi padre adoptivo se enteró se volvió loco y me castigó con dureza”.

Por fortuna, alguien le contó a su madre la situación que sufría Mawufemor y fue en su ayuda. A pesar de la situación económica precaria que tenían, un día la madre llegó feliz a casa diciendo que había un grupo de personas que se encargaban de acoger y ayudar a quienes trabajaban en situación de esclavitud en el lago Volta. Ese lugar era el centro salesiano de Ashaiman. Mawufemor, desconfiada, fue a regañadientes allí, pero su vida no tardó en cambiar.

«Inmediatamente me sentí amada y bien recibida. Las reuniones a las que asistí me ayudaron a recuperar mi autoestima. Hoy puedo decir con seguridad que quiero aprender lo máximo posible y estoy más que dispuesta a ayudar a los más pequeños en el centro. Soy feliz y creo en el futuro«, concluye Mawufemor.

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