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Ver todas las noticiasCamilo Hurtado, el Payaso Alegría que conoció a Don Bosco en Colombia y que gana premios internacionales
Camilo Hurtado reconoce que por el lugar en el que nació y su situación familiar estaba abocado a vivir en la calle, fumar, robar… pero que “gracias a Dios he superado las dificultades y he ido cumpliendo sueños”. Le llamó la atención la actuación de unos payasos en su barrio y se propuso imitarlos. Con el personaje del Payaso Alegría triunfa por toda América y, gracias al Circo Social Juan Bosco Obrero de los Salesianos en Ciudad Bolívar, también ha cumplido la meta de la formación y el título académico. Ahora quiere formar una escuela de payasos para ayudar a otros niños y niñas y despertar en ellos lo maravilloso (y difícil) que es hacer reír.
Camilo Hurtado tiene 35 años y siempre tuvo claro que no quería ser mala persona ni hacer el mal. Nació en una familia con una situación económica difícil y en un barrio muy peligroso de Ciudad Bolívar, en Bogotá (Colombia), fue el cuarto hijo y lo quisieron dar en adopción. Rodado siempre de pandillas, drogas y enfrentamientos armados, reconoce dos cosas: “Siempre he tenido unos valores y una cercanía a Dios que me ha permitido no tomar malas decisiones, y aunque en el arte es común el consumo de drogas, cuando respetas el trabajo y al público no consumes ni en público ni en privado”, explica el joven.
Tal vez fuera la calle, que a tantos jóvenes arruina la vida a diario, la que le salvó a él. “Cuando fumar y robar eran las únicas opciones en la calle, a los 15 años vi a unos artistas que hacían teatro callejero y me llamó la atención, así que empecé a entrenar para hacer teatro, circo, comparsas por Ciudad Bolívar… ahí apareció el payaso en mi vida”, recuerda Camilo.
Una obra, El sueño de un payaso, marcó su destino, aunque los inicios fueron difíciles. “Nunca pude hablar como un payaso, y mi primera vez de payaso fue porque un vecino que tenía una empresa de piñatas necesitaba un payaso que hiciera reír a la gente. Me dio un traje, me maquilló, y a trabajar… Pasaron 30 minutos y nadie se reía, así que él se enfadó conmigo delante de todo el mundo, yo le contesté y casi nos pegamos y, de repente, la gente se empezó a reír”.
“Tomé la decisión de trabajar por mi cuenta la profesión con el personaje del Payaso Alegría”
A partir de ahí Camilo empezó a construir el personaje de Payaso Alegría. En 2009 terminó el colegio y tomó la decisión personal de irse al ejército. “Empecé a actuar y a imitar a los superiores y un alto cargo me invitó a actuar para 300 niños y me llevó a más eventos. Viajamos por todo el país durante dos años y me dieron la oportunidad de quedarme, pero decidí empezar por mi cuenta la profesión de payaso”.
Comenzó a hace presentaciones artísticas y creó la marca Alegría Show como empresa y encontró su camino a través del arte. En 2017 ganó la medalla de oro en la Feria de la Risa en México entre 500 participantes, y hace dos años también quedó en primer lugar en el Festival Internacional de Circo Tradicional y ganó el Festival Circense en Neiva.
Camilo tiene dos hijos, de 9 y de 7 años. “Ellos me han visto como payaso y como padre. Ser payaso es un trabajo honesto en el que es más difícil hacer reír que llorar, pero no es cierto que el payaso sea triste por dentro”, comenta Hurtado.
Desde 2007 conocía el Circo Social Juan Bosco Obrero de los Salesianos. “Vi varias funciones y me parecía espectacular, pero como viajaba tanto nunca tuve la oportunidad de formar parte de él”. Sin embargo, todo cambió en 2021, cuando el director de la obra salesiana, Luis Fernando Velandia, lo invitó a acompañarlo a presentaciones ante niños y niñas. Entonces se propuso ingresar en la institución salesiana para conseguir el título oficial, “pero no pasé la audición por la edad, aunque el padre Luis Fernando me acogió y me dio esta gran oportunidad que ahora estoy disfrutando”, aclara Camilo.
“Estoy muy agradecido a Don Bosco y quiero tener mi propia escuela para formar payasos”
Gracias a su compromiso y a su voluntad, “he conseguido las mejores notas, y también he podido seguir viajando como alumno a otros lugares. Es muy duro el entrenamiento de cinco horas diarias para tener resistencia, pero en el Circo Juan Bosco Obrero te enseñan de todo: acrobacias, aéreos, trapecios, lira, telas, técnica y creación de espectáculos… Yo soy el único payaso de mis 70 compañeros”.
El sueño de Camilo como Payaso Alegría es “tener una escuela de payasos tradicionales para que la gente encuentre su vocación de payaso. Tuve un grupo, Manos Clown, con el que he formado a algunos muchachos. Yo quiero seguir ofreciendo espectáculos para formarme y aprender, quiero llevar el circo a teatros y por todo el país. Estoy muy agradecido a Don Bosco, y he aprendido a trabajar yo solo y siempre para el público”, finaliza el joven Payaso Alegría.