Conflictos abiertos
Ver todas las campañasEl dolor de los conflictos armados en el mundo
“Salí de Járkov con una mochila, mi hijo pequeño en brazos y el otro de la mano. Vivíamos en el sótano. Ya no había calefacción ni luz ni comida porque las tiendas estaban cerradas…”
Es el testimonio de Natalka, una refugiada ucraniana, hoy a salvo en Polonia.
Como Natalka, millones de personas en Ucrania, mujeres, niños y niñas en su mayoría, han tenido que desplazarse para huir de la guerra. Y más de 100 millones de personas en todo el mundo se encuentran en la misma situación.
En el mundo hay más de una centena de conflictos armados que llevan años abiertos sin que cese el sufrimiento ni se alcance una paz duradera.
Guerras como la de Etiopía, Siria, Yemen, República Centroafricana… Conflictos que hoy reciben menos atención que la invasión en Ucrania pero con las mismas consecuencias para las personas: miedo, muerte y destrucción.
En muchos de esos conflictos armados damos apoyo a la población que se ha visto forzada a huir.
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Revista MS mayo #306
Conflictos abiertos
¿Qué sabemos de la guerra en Etiopía o en Yemen? ¿Conocemos lo que está ocurriendo en Sudán del Sur o en República Centroafricana? ¿Nos acordamos ya de Siria o Afganistán?
Las guerras olvidadas
República Centroafricana lleva desde 2013 inmersa en una guerra civil que ha dejado ya más de 1,4 millones de desplazados. En Siria, más de 13 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente. Sudán del Sur nunca ha vivido en paz. Más de 4,7 millones de niños, niñas y mujeres padecen desnutrición en Yemen.
A esta lista hay que añadir República Democrática del Congo, Afganistán, Mozambique, Malí, Camerún, Nigeria, Chad, Myanmar, Colombia…
Más de 100 millones de personas han abandonado este año sus hogares para salvar su vida debido a situaciones de conflicto, persecuciones o violaciones de Derechos Humanos. Casi 47 millones lo han hecho hacia otros países convirtiéndose en personas refugiadas. La mitad son niños y niñas.
Huir es la única salida para sobrevivir. Muchos llegan a campos de refugiados como el de Palabek, en Uganda, o el de Kakuma, en Kenia. Lugares en los que somos la única organización que ‘vive’ dentro con ellos.
Además de refugio y seguridad, los misioneros salesianos reparten artículos de primera necesidad, dan acceso a la salud y a la educación, atienden a las mujeres con menores a su cargo y ayudan a evacuar personas. Están a su lado.
Y cuando las bombas dejan de caer, los misioneros permanecen para cerrar las heridas del odio. Ayudan a perdonar y trabajan para la reconstrucción de las personas.
Trabajando juntos mantendremos viva su esperanza
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