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9 junio, 2020

Augusta, la joven modelo para las menores rescatadas de la prostitución. ¡Descansa en paz, nunca te olvidaremos!

Por Alberto López Herrero

Augusta Ngombu tenía sólo 23 años. A pesar de su juventud, también tuvo tiempo de cumplir su sueño. Huérfana desde niña, explotada y maltratada por un familiar, huyó de casa para sobrevivir en la calle vendiendo su cuerpo para poder comer. Los Salesianos le salvaron la vida, le pagaron los estudios y fue capaz de montar su propia empresa de comidas. Augusta falleció el pasado domingo, 7 de junio, víctima del sida (VIH).

Augusta ha sido una víctima indirecta del coronavirus. El miedo a no contagiarse en el hospital la llevó a dejar de tomar los retrovirales para su enfermedad. Su salud se fue deteriorando en los últimos meses hasta que falleció. Nunca se apagó su sonrisa y cientos de mensajes y fotografías la recuerdan en las redes sociales agradeciendo su trabajo en el programa de Don Bosco Fambul para rescatar a menores en situación de prostitución.

Huérfana desde los 12 años, el verdadero sufrimiento de Augusta llegó cuando un familiar se hizo cargo de ella. La obligaba a vender comida en la calle y si no conseguía lo suficiente la pegaba. Ante esta situación, decidió escaparse de casa y empezó a sobrevivir en la calle. Allí no le quedó más remedio que vender su cuerpo para poder comer. Fue explotada y abusada, recibió palizas, la robaron y también enfermó.

A los 16 años su vida cambió cuando un misionero salesiano se acercó a ella y le ofreció salir de la calle y de la explotación. Volvió a estudiar, acabó Secundaria, estudió cocina, hizo prácticas en un restaurante, “y siempre quiso ser ella la que se pagara sus estudios”, recuerda el salesiano Jorge Crisafulli, director de Don Bosco Fambul.

Augusta, en una clase de cocina en Don Bosco Fambul.

Cuando en 2016 comenzó el programa Girls Os+ (Refugio para chicas) para rescatar de las calles a menores en situación de prostitución, Augusta era ya un ejemplo de éxito y comenzó a dar clases de cocina a esas chicas que habían pasado por su misma situación. Participó en el rodaje del documental Love, en el que decía: “Me siento feliz. Ya nadie se ríe de mí ni me utiliza. Hago mi trabajo, gano mi dinero por ello y me encanta lo que hago”.

Augusta siempre mostró gran habilidad para la cocina y un restaurante la contrató tras sus prácticas.

En 2018, desde Misiones Salesianas intentamos conseguir su visado para que pudiera viajar a Ginebra y participara en la 38º Sesión de los Derechos Humanos, en el Palacio de las Naciones Unidas, pero la premura de tiempo lo hizo imposible. La primera dama de Sierra Leona participó en el evento y Augusta ofreció su testimonio en un mensaje grabado.

En febrero de 2019 Augusta también sufrió la discriminación de ser mujer, joven y pobre al negarle las autoridades el visado para viajar a Europa a participar en varios eventos en las instituciones europeas. La razón de la burocracia, a pesar de las cartas de invitación oficiales, fue que podía quedarse en Europa como migrante irregular. Sin embargo, la intermediación de la Embajada de España en Abidjan posibilitó la obtención del visado y su viaje.

Gracias a Misiones Salesianas y a Don Bosco International (DBI),  en dos semanas participó en diversos encuentros y emocionó con su testimonio a todas las personas que la escucharon: en Bruselas la recibió el entonces presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, y participó junto al ahora cardenal Michael Czerny en un encuentro de la COMECE (Conferencia Episcopal ante la Unión Europea) sobre la Acción de la Iglesia católica contra el tráfico de personas.

Vídeo de Vatican News sobre la audiencia con el Papa Francisco en la plaza de San Pedro.

En Malta participó en el evento europeo Lost in Migration, con el documental Love y en la mesa sobre Protección de los menores en la Ruta de Migración: origen, tránsito y acogida. Además, fue recibida en el palacio del Gran Maestre en La Valeta por la entonces presidenta del país, Marie-Louise Coleiro Pricaff, quien le dio su teléfono personal y le dijo que “desde ahora tengo contigo otra hija en Sierra Leona”.

Se convirtió en la persona de Sierra Leona que más instituciones europeas había visitado.

En Roma, gracias al interés personal de la periodista de Vatican News Patricia Ynestroza, Augusta participó en una audiencia del Papa Francisco en la plaza de San Pedro. En palabras de la joven sierraleonesa, “fue el día más feliz de mi vida”. Le entregó el testimonio de las niñas de Don Bosco Fambul que quieren salir de la prostitución y le pidió la bendición para todas ellas. El Papa Francisco, con gran cercanía, al escuchar que era cocinera le preguntó si cocinaba bien. 

En Turín tuvo la oportunidad de conocer al Rector Mayor de los Salesianos, don Ángel Fernández Artime. Le regaló una pequeña estatua de Don Bosco que la acompañó siempre. En la Basílica de María Auxiliadora rezó ante la tumba de los santos salesianos.

Augusta, con una pequeña imagen de Don Bosco.

El documental Love y Augusta con su testimonio han conseguido cambiar la vida de muchas menores en Sierra Leona. El Gobierno del país ha empezado a ver a estas menores como las víctimas que son con nuevas leyes que impiden que sean detenidas por la policía.

A su regreso a Freetown Augusta vio cumplido su sueño de abrir un restaurante y colocar en él todas las fotos de las personalidades que había conocido en Europa. En palabras del director de Don Bosco Fambul, que la acompañó siempre, “la muerte se la ha llevado en su mejor momento. Realizó su sueño y nos deja un mensaje muy claro: que siempre hay una segunda oportunidad en la vida. Ella lo logró, y por eso otras chicas pueden seguir su huella. Nos deja un gran legado”, asegura Jorge Crisafulli.

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