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25 octubre, 2022

Blandine, la única mujer albañil de su promoción a la que el centro Don Bosco Bukavu (RD Congo) le cambió la vida

Blandine es una joven de 20 años. Es la mayor de siete hermanos y aunque siempre soñó con estudiar inglés y llegar a ser intérprete, la situación económica familiar y la responsabilidad para atender a sus hermanos se lo impidió. Un día le hablaron de que los Salesianos tenían un centro en el que las personas sin recursos podían estudiar y aprender un oficio y no lo dudó. Decidió ser albañil y se convirtió en la única mujer de su promoción en intentarlo. Gracias a Don Bosco, ahora tiene un trabajo estable, ayuda a su familia y puede pagar los estudios de sus hermanos pequeños.

La joven Blandine ha logrado romper estereotipos en la escuela técnica Don Bosco Bukavu, en la República Democrática del Congo. “No todas las chicas tenemos que ser costureras ni todos los chicos mecánicos o soldadores”, asegura. Sin embargo, no todo fue sencillo hasta lograr ser una profesional de éxito. “Tuve que dejar los estudios porque mi familia no podía pagar la matrícula. Además, mi padre murió en 2020 y empecé a atender a mis hermanos más pequeños”.

Su sueño siempre fue estudiar inglés y llegar a ser intérprete profesional, pero la falta de recursos económicos en casa la obligó a buscar pequeños trabajos para ayudar a la economía familiar. Su vida cambió cuando un hermano suyo le habló de una escuela técnica, Don Bosco Bukavu, “que acogía de manera gratuita a jóvenes pobres. Era la única manera de poder aprender un oficio y seguir ayudando a mi familia”, recuerda Blandine.

La joven eligió aprender albañilería y se convirtió en la única chica en el aula junto a más de medio centenar de chicos. “Siempre me llamó la atención cómo se levantan los muros y se construyen los edificios; y como en Bukavu hay muchas obras ahora mismo, pensé que sería un buen futuro para mí y que se me daría bien”.

Blandine ha cambiado su futuro y el de su familia gracias a Don Bosco y al oficio de albañilería

Blandine siempre fue una más en clase. “Me propuse un objetivo y realicé los mismos exámenes y las mismas prácticas que mis compañeros. Conseguí el certificado de profesionalidad y estoy muy agradecida a la educación teórica, practica y religiosa recibida por los Salesianos«.

Nada más terminar su formación Blandine consiguió su primer contrato. “En estos dos años he trabajado en cinco obras y siempre me han felicitado por mi trabajo. Nunca me ha faltado trabajo y a veces me han llamado de varias construcciones y he tenido que decir que no”, comenta. “Gracias a tener un trabajo estable y profesional tengo dinero para mis gastos, para ahorrar y para ayudar en casa. Ahora puedo pagar los estudios de mis hermanos menores y estamos pensando en ampliar nuestra casa también”.

De su paso por la escuela técnica salesiana recuerda que “me ayudaron a ser puntual, constante, a esforzarme, también a rezar y a pensar en los demás. Tengo tan buenos recuerdos que siempre que me llaman para ir a hablarles a los alumnos no lo dudo y voy”, explica la joven profesional.

Pero si hay algo que ha conseguido con su tesón Blandine, es romper estereotipos. “Aconsejo a las chicas que aprendan trabajos manuales que se piensa que sólo son de chicos, porque claro que somos igual de capaces. Es la mejor manera de que no se aprovechen de nosotras, de que no nos casemos demasiado jóvenes y que tengamos claros nuestros derechos”.

Blandine no deja de pensar en el futuro y tiene claro que se casará: “Lo haré cuando encuentre a un buen esposo, porque quiero tener seis hijos y poder darles a todos una buena educación, como la que he recibido yo gracias a los Salesianos en Bukavu”.

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