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28 julio, 2021

El desarrollo integral de los jóvenes más desfavorecidos en Liberia gracias a los centros juveniles salesianos

El trabajo de los misioneros salesianos y de los voluntarios comprometidos con los centros juveniles salesianos en Liberia continúa ofreciendo esperanza a los jóvenes más desfavorecidos. En los centros de Matadi y Tappita los jóvenes se sienten acogidos como en una familia y encuentran herramientas para la educación y el esparcimiento. Con la ayuda de los salesianos y de los monitores, la relación con otros menores y jóvenes les permite soñar con un futuro mejor. Ambos centros salesianos tienen muchas historias de éxito asombrosas de jóvenes que soportaron dificultades durante su infancia y con la mano amiga de Don Bosco lograron el éxito en la vida.

El Centro Juvenil Don Bosco de Matadi fue fundado en 1991 para atender a los menores que habían participado como soldados en la guerra civil de Liberia (1989-2003). El centro juvenil, con sus dinámicas actividades, y el oratorio salesiano con el espíritu amable de Don Bosco, ayudó a muchos niños y jóvenes que habían sido víctimas de la violencia a recuperarse de los efectos de la guerra y a reintegrarse en la sociedad. También durante la epidemia de ébola (2014-2016) atendió a muchos menores que quedaron huérfanos.

Los misioneros salesianos comenzaron a trabajar en el barrio de Matadi junto a algunos de los residentes más pobres de Monrovia. La mayoría de ellos son pequeños comerciantes y donde hay muchos desempleados que luchan por mantener a sus familias.

Los menores y jóvenes de Matadi provienen de familias que apenas pueden pagar una comida al día. Las viviendas son muy reducidas, apenas de una habitación que comparten los padres y muchos hijos y sin electricidad.

Los Salesianos ayudan a los jóvenes a recuperar la confianza y a fijarse metas positivas para su futuro

Tal vez por eso los menores llaman hogar al Centro Juvenil Don Bosco, que se llena cada día con más de 500 jóvenes. Van a aprender, a adquirir habilidades para la vida y a participar en actividades deportivas y culturales junto a los misioneros salesianos y los monitores voluntarios. 

El otro centro Juvenil salesiano se encuentra en el pueblo de Tappita a 100 kilómetros de la capital. Los caminos de tierra convierten la zona en inaccesible durante la temporada de lluvias. Esta situación complica aún más la supervivencia de la población, pero el centro juvenil les brinda un ambiente familiar siempre con las puertas abiertas y donde se sienten bienvenidos. Además, tienen la oportunidad de ir a una escuela donde pueden aprender.

Amy Karpu, ahora una estudiante de 21 años, es una de las jóvenes que tratan de hacer realidad su sueño en uno de los centros juveniles salesianos. De niña tuvo que superar el miedo y el aislamiento, pero con la ayuda de los misioneros salesianos ha mejorado, ha recuperado la confianza y ahora es una de las animadoras más trabajadoras y comprometidas del centro juvenil. Expresa constantemente su gratitud a los Salesianos por su apoyo y orientación durante su educación.

Otro testimonio de los centros juveniles lo ofrece Amounchen Dossen, en la actualidad estudiante de Economía en la Universidad, que está muy contento de poder llegar a otros jóvenes como animador del centro juvenil. Comenzó a asistir al Centro Juvenil Don Bosco en 2005, cuando su padre no podía pagar la matrícula escolar. Recibió una beca de los Salesianos y participó en las distintas actividades y programas de formación. Estuvo muy activo junto con otros voluntarios para atender a las familias durante la pandemia del ébola y también ahora con el coronavirus.

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